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tenis - Abierto de Australia

Nadal regresa al cielo

Épica victoria sobre Dimitrov del balear, que mañana en la final protagonizará otro de sus históricos duelos con Federer

Nadal celebra su victoria sobre Dimitrov. // Filip Singer

Rafael Nadal derrotó al búlgaro Grigor Dimitrov, en un épico encuentro por 6-3, 5-7, 7-6 (5) 6-7 (4) y 6-4, y se clasificó para disputar por cuarta vez la final del Abierto de Australia, donde se enfrentará contra Roger Federer, en busca de su 15 título del Grand Slam.

En un agotador encuentro de cuatro horas y 56 minutos, con Nadal peleando en los dos desempates con todas sus armas, ganando el primero de ellos, clave para apuntarse el segundo parcial en 70 minutos, cediendo el segundo ante el virtuosismo de Dimitrov, y demostrando en el quinto su fe y coraje, al salvar dos puntos de rotura con 4-3 para Grigor, el español avanzó a la final número 21 de su carrera del Grand Slam.

Nadal, de 30 años, se sobrepuso a esos momentos clave, y también a los 79 golpes ganadores de Dimitrov y a su fe ciega en una victoria que tuvo muy cerca, pero el zurdo español, cuya derecha le abandonó en algunos momentos, logró ganar el encuentro, el segundo más largo de este torneo hasta el momento, superando las cuatro horas y 49 minutos del duelo de segunda ronda entre el uzbeco Denis Istomin y el serbio Novak Djokovic.

Federer había ganado en la otra semifinal a su compatriota Stan Wawrinka, también en cinco sets, por 7-5, 6-3, 1-6, 4-6 y 6-3. La última vez que se necesitaron cinco mangas en ambos duelos de semifinales de un Grand Slam fue en Roland Garros 2009, con Federer derrotando al argentino Juan Martín del Potro, y el sueco Robin Soderling haciendo lo propio con el chileno Fernando González.

Mañana domingo 'Rafa' revivirá uno de los grandes duelos de la historia del tenis, épicos la mayoría de ellos, contra Federer, a quien domina en el "clásico de los clásicos" de este deporte por 23 victorias a 11.

Será la repetición de la final de 2009, con victoria de Nadal entonces por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2 después de cuatro horas y 23 minutos, histórica porque el tenis español logró por fin ganar el Grand Slam que faltaba, y en la que el suizo acabó llorando en la entrega de premios. Su frase diciendo "Dios, esto me está matando", porque Nadal le impidió entonces igualar los 14 grandes del estadounidense Pete Sampras, quedó en la retina de todos los espectadores, al igual que el abrazo de Rafa que acudió a abrazarle inmediatamente para consolarle. El español volverá a una final de un Grand Slam por primera vez desde que ganó su noveno título en Roland Garros, en 2014.

"Ha sido un partidazo, y tanto él como yo hemos jugado a un nivel muy alto, y ha habido puntos fantásticos, muy bonitos, de aguantar una más, de golpes de gran nivel", dijo Nadal. "Es difícil poder pedir más a un partido de tenis, porque ha tenido emoción. Me siento muy feliz de haber formado parte de este, uno de los especiales de mi carrera", prosiguió.

Nadal recordó que hacia tiempo que no era "capaz de luchar y jugar todos los puntos de principio a fin, de vivir nerviosismos en momentos importantes, de salvar situaciones complicadas", dijo.

"Solo quiero recuperarme bien, descansar y llegar preparado para la final", dijo sobre su duelo contra Federer. "Es un partido muy especial, bonito, y me alegro de que los dos podamos competir el uno contra el otro en un escenario como este".

"Significa mucho para los dos, y más viniendo los dos de donde venimos", observó sobre las lesiones de uno y otro y sus periodos fuera de la pista. "Es un partido más para nuestra historia, dentro de la rivalidad, y la historia reciente de nuestro deporte, de los más especiales que se han vivido", añadió.

"Poderlo disputar es quizás algo que la gente no se imaginaba pero hay que estar agradecidos a la vida por habernos dado otra oportunidad de estar aquí", comentó el balear.

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