El Celta ha alimentado su sueño copero pegando fuego a Mestalla con una histórica paliza al Valencia que deja al conjunto celeste con pie y medio en los cuartos de final del torneo. Golpeó al equipo vigués sin piedad a un adversario malherido en un fulminante arranque de partido que los hombres de Eduardo Berizzo aprovecharon para explotar la vulnerabilidad de un adversario desangelado, que afrontaba el choque con una defensa improvisada, sin centrales, y jugó muchos minutos al borde de un ataque de nervios.

Antes de darse cuenta, apenas el balón echó a rodar, el equipo de Salvador González, Voro, sacaba el balón de centro. A los 18 minutos perdía por 0-3 ante la indignación del respetable, que rumiaba una deba-cle colosal. Y no se equivocaba.

El Valencia recibió el primer golpe en la línea de flotación, casi en la primera jugada del partido, y ya no pudo levantarse. Pablo Hernández aprovechó la inocencia del debutante Javi Jiménez para forzar un penalti que enseguida inclinó el campo a favor de los celestes. Fiel a su cita con el gol -13 suma ya el moañés en tres competiciones-, Aspas transformó la pena con un lanzamiento inabordable. No se había repuesto el Valencia del golpe, cuando Bongonda, que lideró el ataque celeste con una actuación asombrosa, anotó el segundo perfecto ejemplo de la intensidad con que juega el Celta. El belga robó el balón en el balcón del área, combinó en corto con Aspas y, con algo de fortuna, tras desviar la pelota Javi Jiménez, envió la pelota al fondo de las mallas sin opción alguna para Jaume. Cinco minutos después, el propio Bongonda fabricó el tercero con una jugada imponente, tras galopar por su flanco y servir en diagonal un perfecto centro al cogollo del área que Wass, libre de marca, remachó en boca de gol.

Mestalla ardía por los cuatro costados y el Valencia acusó el baño plegando alas en medio del monumental enojo de la grada. Pero el Celta no quiso hurgar en la herida. Los celestes simplemente se dedicaron a administrar su ventaja a través de la circulación de la pelota, sin tomar riesgos innecesarios, ahora escondiendo el balón, ahora moviéndolo con velocidad ante un adversario dedicado a perseguir sombras. Bongonda, un verdadero puñal, rondó el cuarto con un disparo al lateral de la red.

Durante el primer tiempo, el Valencia no dio señales de vida. Apenas un tiro lejano de Enzo Pérez y un peligroso disparo de falta de Parejo que Sergio sacó con una buena parada. Su única ocasión clara llegó en un pase filtrado por Parejo al corazón del área céltica que no llegó a rematar Rodrigo y el Gato acabó sacando con el pie.

El guión del choque no cambió tras el intervalo. Durante 15 minutos, el Celta circuló la pelota con inteligencia, administrando la ventaja según el manual ante la impotencia de su adversario. Aspas cortejó el segundo tras otro magnífico pase de Bongonda al área chica, pero Jaume evitó el tanto con una paradón.

Sin embargo, como suele ocurrirle últimamente, fue el conjunto de Berizzo el que se complicó innecesariamente la vida regalando un gol. Una cesión que Cabral debería haber despejado sin problemas acabó en penalti y Parejo no perdonó. El tanto dio cierta vida al Valencia, que recuperó la iniciativa, pero sin filo, ni peligro para Sergio, que apenas tuvo que intervenir.

Berizzo refrescó el equipo y acertó de pleno con la entrada de Guidetti, que cerró el partido con un bonito gol, sorteando al portero después de recibir otra gran asistencia (esta vez con la pierna derecha) de Bongonda, que cerró una actuación memorable con una jugada que el Valencia ya no fue capaz de digerir.

El sueco pudo incluso hacer el quinto a cuatro minutos del final. No hizo falta más sangre. Con el rival vilipendiado por su propia gente y la eliminatoria encarrilada con una goleada inédita -nunca antes había hecho el equipo vigués 4 goles en Mestalla-, el Celta se dedicó a disfrutar del pase a cuartos. La vuelta en Balaídos será cuestión de puro trámite.