La noticia del asalto en casa de Petra Kvitova no es algo nuevo en el circuito femenino. Un suceso recieente en la memoria de todos es el apuñalamiento que sufrió Monica Seles, el 30 de abril de 1993, cuando la jugadora nacida en Novi Sad estaba en lo más alto del tenis mundial. En el partido de cuartos de final del torneo de Hamburgo, un seguidor de Steffi Graf, de nombre Günther Parche, apuñaló por la espalda a Seles, en ese momento la gran rival de la alemana y la número 1 de la WTA. El corte fue de 23 centímetros. Seles pudo volver a empuñar una raqueta pero vio truncada su exitosa trayectoria.

Ese incidente provocó que los grandes torneos aprobaran la norma de tener miembros de seguridad custodiando las espaldas de los jugadores en los descansos entre juegos.

En 2007, Anna Chakvetadze, una tenista rusa que iba para estrella, fue secuestrada en su casa de Moscú. Seis hombres enmascarados entraron en la casa de campo de Chakvetadze. En la vivienda se encontraban también sus padres Djambuli y Natalia. El progenitor intentó defenderse pero recibió dos golpes con una pistola que le dejaron inconsciente. El jefe de la banda amenazó entonces a Natalia Chakvetadze con hacer daño a sus hijos, Roman y Anna, si no les daba todo el dinero de la caja fuerte. Fue amordazada, sufriendo una lesión en su muñeca mientras la ataban a una silla.