El Celta ha logrado enderezar el rumbo. La tempestad del inicio del curso -con tres derrotas seguidas- ha dado paso a una racha de resultados que ha permitido al equipo vigués llegar a este tramo simbólico de la temporada situado en la novena plaza y en plena lucha por la sexta posición que permite disputar la próxima campaña competición europea.

Balaídos ha sido clave en la reacción del cuadro celeste. Tras los tropiezos ante Leganés y Atlético de Madrid, los fantasmas ya pululaban por el coliseo vigués. Las dos últimas experiencias europeas terminaron con el amargo sabor del descenso. Berizzo lo sabía. Él sufrió la pérdida de categoría en el curso 2003/04. Sus palabras tras caer goleado frente al conjunto de Simeone fueron premonitorias. Se habían desatado todas las alarmas. "Nuestro objetivo es la permanencia".

Desde entonces el Celta fue experimentando una ligera mejora. El equipo todavía no ha brillado al nivel de los dos años anteriores, aunque ha sabido sobreponerse a la baja de Nolito y a la sensible ausencia por lesión de Fabián Orellana. Dos meses y medio después, el conjunto vigués enfila de nuevo Europa. Marcha noveno en la tabla, aventaja en once puntos los puestos de descenso y se sitúa a dos puntos (un triunfo) de la sexta plaza que ocupa en estos momentos el Villarreal.

El plan le sale a la perfección a Berizzo en la competición doméstica. Media salvación ya está sellada. El Celta afronta ahora el estreno en la Copa del Rey, un torneo en el que comienza con la ambición de realizar un papel similar al del pasado año, donde llegó a semifinales. En Europa está la otra cuenta pendiente para los vigueses. Están obligados a obtener un resultado superior que el Standard de Lieja para firmar el pase a los dieciseisavos de final de la Europa League.