A Giuseppe Rossi le cuesta amoldarse a las exigencias del juego del Celta. Berizzo está empeñado en recuperar la mejor versión del italiano, aquella en la que deslumbró con el Villarreal. Ayer volvió al once titular por segunda jornada consecutiva en la Liga. Fue de los menos brillantes de un equipo que recuperó parte de sus mejores sensaciones. Fue una de las sorpresas que guardaba Berizzo, del que muchos esperaban que se presentase ante el Granada con Guidetti como referencia en ataque, junto a Aspas.

Rossi se situó como delantero centro, con el moañés escorado a la banda derecha, pero la falta de profundidad obligó a probar variantes. Así, hubo momentos en los que Rossi y Aspas formaron la pareja atacante, con Wass y Bongonda moviéndose más atrás por los costados. El italo-americano incluso se movió por la mediapunta cuando el moañés acaparaba toda la atención de los centrales del Granada.

Mientras Aspas brillaba en cada parcela del campo por la que se moviese -marcó partiendo desde la derecha y asistió a Bongonda desde la izquierda-, Rossi tuvo muchas dificultades para generar juego, a pesar de su férrea voluntad para presionar en la recuperación del balón y en buscar combinaciones que sorprendiesen a la zaga rival. No encontró esos espacios para maniobrar y dar asistencias.

Su habilidad con el balón en los pies no fue suficiente ayer para manejarse en medio de una defensa tan poblada. Las acciones irregulares eran el recurso más utilizado por el Granada para impedir que el atacante céltico saliese con ventaja de los controles de balón que intentaba realizar.

Va acumulando más minutos de juego en los últimos partidos porque Berizzo quiere que encuentre su sitio en un equipo muy dinámico. Solo así puede encontrar el ritmo de competición que exige el juego del Celta. Parece desubicado, por momentos, pues no es el delantero centro ni el mediapunta que reclama el dibujo táctico de Berizzo.

Ayer, Rossi jugó 69 minutos y tras el partido admitió en la zona mixta del estadio de Balaídos que disfrutó del juego de su equipo. A su lado jugó Iago Aspas, quien acaparó las acciones de peligro del Celta, sin importarle la ubicación desde la que tenía que iniciar la jugada el moañés. El italiano, en cambio, se encuentra en la fase de amoldarse al estilo de juego del Celta, con sus características propias.Ayer fue de los más discretos del equipo, le falta bailar a ritmo.