El encuentro entre el Granitos Ibéricos y el Academia Octavio ha concluido en el pabellón de O Carballal. Los locales se han impuesto por 33-27. Los dos primeros puntos de la temporada han llegado en la sexta jornada, aliviándoles un tanto la angustia aunque sigan de colistas. Cerillo, que ha vuelto a jugar en las filas del Granitos y había debutado la semana anterior en Lalín, se acerca a su hijo mayor, Nico, que ha presenciado el encuentro, y se lo encuentra triste en la grada. A Cerillo le extraña que el retoño no le festeje sus siete goles.

- Ha ganado papá. ¿No te alegras?

- No, yo quería que marcases muchos goles pero que ganase el Octavio-, le contesta el niño.

Nico lo tiene claro. Es del Octavio. Milita en el equipo benjamín. Esa misma mañana había disputado su propio derbi contra el Granitos. Ver a su padre de azul le rechina. "Los de colorado son míos", le ha venido a decir como a lo Bilardo en la famosa historia de Riazor. Cerillo revisita una episodio puntual de su pasado. Jugó durante dos temporadas con la escuadra del Carballal en Segunda, cuando esta estaba vinculada como filial al Octavio. Fue hace 16 años.

- Tú aún no habías nacido y yo ya jugaba en el Carballal-, le ha dicho a un compañero de plantilla que precisamente cumple ese tiempo de vida. Y que a Cerillo lo conocía como eterno capitán académico.

José Ángel Fernández Sedano, Cerillo para el siglo, está escribiendo un epílogo que no preveía. Criado en la cantera del Octavio, jugador de ese club durante dos décadas salvo su juvenil paréntesis en el Carballal, se retiró oficialmente en el verano de 2015. Reapareció para ayudar al Octavio a evitar el descenso, lo que no se logró. Del Octavio y de su presidente, Javier Rodríguez, se ha desvinculado totalmente, en un divorcio doloroso. De hecho, tiene una mezcla confusa de sentimientos al relatar ese enfrentamiento del pasado domingo, el primero contra la entidad para la que trabajó dentro y fuera de la cancha. Enfrente, apenas algún antiguo compañero, como Veiga y Bernárdez.

- ¿Te sentiste raro?

- Sí y no. Es que no llevan el escudo en la camiseta.

Cerillo había vuelto a cerrar su carrera balonmanística. Rechazó incluso alguna propuesta de Primera Nacional bastante jugosa a nivel económico. Pero tras el verano decidió que el golf y el pádel no le bastaban para mantener la forma. En el Granitos Ibéricos está de entrenador un amigo íntimo, Fran González, y de portero otro, José Ballesteros. Le pidió a Fran que le dejase participar en algunos entrenamientos. Acudía a los partidos. Sufría sus derrotas. El Granitos venía de estar instalado en la zona media de Primera. Pero ha perdido al pivote Isma. El central Pablo está lesionado. El extremo Pablo Sánchez ha dejado de jugar. Y Coqui falleció en el accidente de tren de Porriño. Así se fue sustanciando que a Cerillo le hiciesen ficha, igual que Ballesteros le echó una mano a él y a Jabato en 2014, cuando iniciaron su proyecto de renovación en el Octavio.

Es Cerillo, pero otro. No jugaba en Primera Nacional desde que lo hizo con el filial académico. Uno de los mejores extremos en la historia del balonmano gallego actúa ahora de primera línea, mayormente de central. En las canchas podrá reencontrarse con otros veranos prestigiosos como Coque Fontenla, Arkaitz Vargas, Suso Soliño o Jacobo Coello. Pese a la inactividad de cinco meses, siente que puede serle útil a sus compañeros. "La mitad es gente madura como yo, que trabaja; la otra mitad, jóvenes que estudian. Somos un equipo amateur. Entrenamos tres días la semana y voy siempre, salvo por causas laborales. Me he comprometido". Aunque Nico, rojillo, lo mire enfurruñado.