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Una operación que genera controversia

La petición de Carlos Mouriño para comprar el estadio de Balaídos suscita discrepancias en la ciudad

Ensamblaje de la estructura que soportará la cubierta de Tribuna en Balaídos. // Marta G. Brea

Han pasado dos días desde que Carlos Mouriño situase Balaídos en el centro de la diana del celtismo. En pleno proceso de venta del club, el mandatario planteó la alternativa de permanecer al frente de la sociedad a cambio de conseguir la propiedad del estadio, de titularidad municipal desde hace 50 años. Desde entonces, numerosas voces se han postulado de un lado u otro, señalando los apartados positivos que tendría un cambio de dueño o manifestando lo perjudicial que sería para la ciudad privatizar un patrimonio como es Balaídos.

La propuesta de Mouriño fue rápidamente replicada por Abel Caballero, alcalde de Vigo, que mostró su negativa tajante a que el Celta se hiciese con la propiedad del estadio, tal y como solicitó el presidente del equipo vigués para no vender el club a un grupo inversor.

Pese a ello, el máximo mandatario celeste señaló que la oferta realizada no era "un pulso" a las autoridades. "El proyecto continúa o no continúa. Ese es el compromiso con la ciudadanía de Vigo y con los celtistas. Que lo piensen los partidos políticos. Por eso nos comprometemos a comprar Balaídos. O lo hacemos conjuntamente o no se hace", señaló.

Tras la sorpresa inicial por parte de todos los sectores de la provincia -aficionados, políticos, empresarios o vecinos- la división en el celtismo ha ido aumentando con el paso de las horas.

Opiniones diversas

Las opiniones, más frías que el pasado martes, siguen siendo muy diversas. Los que están a favor de la privatización del estadio aducen que el club ganaría en poder adquisitivo y se acercaría a otros equipos con mayor potencial financiero, diferencia que Mouriño siempre se encarga de denunciar.

Además, este grupo manifiesta que el dinero que obtendría el Concello podría ser utilizado por la corporación para realizar políticas sociales, humanizaciones, limpiezas de parques y jardines o campañas que promoviesen la creación de empleo.

En contra se posicionan aquellos que consideran que Balaídos debe seguir siendo propiedad municipal, bien por miedo ante una posible venta del club a un grupo inversor extranjero, bien porque consideran que el estadio tiene un valor incalculable para la ciudadanía, mucho mayor que la cantidad que ha puesto encima de la mesa el presidente del equipo olívico.

Además, muchos se preguntan qué pasaría con las pistas que se encuentran en sus bajos, de carácter público y que dan servicio a numerosos vigueses cada día.

El fútbol, en medio

En una semana marcada por el enfrentamiento de esta tarde ante el Ajax y, sobre todo, por el encuentro contra el Deportivo de A Coruña del próximo domingo, el futuro de Balaídos centra la atención de aficionados, empresarios y vecinos de la provincia de Pontevedra. La "bomba" lanzada por Carlos Mouriño vive ahora su particular onda expansiva.

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