En medio del proceso de venta del Celta a un grupo empresarial chino, Carlos Mouriño, presidente del club vigués, tiene casi todos los cabos atados. El dirigente celeste estça ante un club financieramente saneado que en pocos meses dispondrá de sede social de patrimonio propio y tiene un elevado potencial deportivo, con una plantilla joven y notable calidad futbolística blindada con contratos de medio y largo plazo protegidos por cláusulas de rescisión de considerable cuantía.
La renovación de Berizzo, cuyo relación contractual con el Celta expira en junio del próximo año, es prácticamente el único cabo suelto -también concluye contrato en junio Carles Planas- que se ha dejado Mouriño en lo que respecta a la parcela deportiva y no parece que vaya a resolverse antes de que el club pase a manos de sus nuevos dueños si finalmente se concreta la venta. Hasta ahora, el Toto ha pasado de puntillas sobre este proceso."Es algo que no me perturba, mi trabajo como entrenador es hacer que el equipo funcione", declaró la primera vez que se le cuestionó al respecto.
Tal como sucedió el pasado curso, Berizzo es más bien partidario de negociar su continuidad para cuando la temporada esté avanzada. Pero el vacío de poder que va producirse durante un proceso de venta que parece avanzado y se ignora cuanto tiempo puede durar no ayuda a despejar las dudas sobre el futuro del técnico en Vigo.
Se desconoce si su continuidad interesaría a los nuevos dueños, pero también si, con el cambio de rumbo, es el propio técnico, cuya cotización no ha dejado de crecer en estos años, el que preferiría cambiar de aires. "No me preocupa cambiar de jefes, pero si mis jefes no me gustan dejarán de ser mis jefes", ha dicho el Toto. Pero sus palabras no despejan las dudas. No hay que olvidar que Berizzo está en el punto de mira de clubes importantes y que renovó con el Celta pese a disponer de ofertas muy superiores económicamente. Y, con el proceso de venta en marcha, el club ha perdido la iniciativa.
