Esta vez no se oyó a través de la radio del equipo el grito de frustración de Lewis Hamilton como hace una semana en Sepang, cuando el motor de su Mercedes le dejaba tirado a media docena de vueltas para el final y cuando marchaba cómodamente en cabeza. Esta vez en lugar de descargar su ira con la gente de su propio garaje tuvo que farfullar una discreta disculpa. Al británico, segundo en la parrilla tras su compañero Nico Rosberg, le fallaron los reflejos, equivocó la marcha y le patinaron las ruedas en el momento de apagarse el semáforo rojo de Suzuka, y antes de llegarse a la primera curva no sólo había perdido de vista al líder del campeonato sino que se veía superado por hasta media docena de pilotos hasta caer a la octava plaza.

Ahí, en la salida del trazado nipón, enterraba Lewis Hamilton otro buen puñado de sus cada vez menores opciones de hacerse con un cuarto título que sería el tercero consecutivo con las "flechas de plata". Ahí, en esas décimas de segundo posteriores al momento de apagarse el semáforo, daba Nico Rosberg un nuevo zarpazo a la clasificación en busca de su primera corona, pues ya nadie le incomodó en busca de la que terminaría siendo su novena victoria de la temporada. El alemán ha sabido reaccionar cuando peor se le habían puesto las cosas después de aquel inicio fulgurante de campeonato, ganando las cuatro carreras iniciales, y sale del "triángulo" asiático (Singapur, Malasia y Japón) muy reforzado en sus aspiraciones. Ha sumado 65 puntos en las tres últimas citas (dos victorias y un tercero) por los 30 de Hamilton (tercero en Singapur y ayer en Japón, abandono en Malasia); tres citas en las que ha logrado dar la vuelta a la clasificación. Llegó a Singapur dos puntos por detrás de Hamilton y sale de Japón con 33 de ventaja. Una renta más que notable a estas alturas del campeonato pues sólo restan cuatro carreras por disputarse: Estados Unidos, México, Brasil y Abu Dhabi. Y es que a Nico ya le vale con situarse al rebufo de Hamilton, con ser segundo aunque el inglés lo gane todo, para dar a la familia otra corona 34 años después de la lograda por su padre, Keke, en 1982.

Rosberg, que nunca antes había ganado en Suzuka, vivió una carrera sin sobresaltos, "piano piano" hasta la victoria, mientras Hamilton emprendía desde la octava posición a la que había caído en la salida una remontada plena de dificultades, pues el trazado japonés no es propicio a los adelantamientos. Una remontada que concluyó cuando, tras escalar hasta el tercer escalón del podio, se topó con ese muro llamado Max Verstappen; un chiquillo de 18 años que actúa con la sangre fría digna del mejor Raikkonen. El británico lo intentó hasta el final, pegando su morro al alerón trasero del Red Bull, pero a su arriesgada maniobra en la curva 16 -donde Fernando Alonso en 2006 firmaba el finiquito de Michael Schumacher- respondía el holandés con un cambio de dirección en la frenada al límite de lo permitido que mandaba al británico a la escapatoria.

Mercedes presentó una queja respecto a esa maniobra por supuesta conducción peligrosa, pero Hamilton ha solicitado a la escudería que la retire. "No es una protesta por mi parte. Acabo de escuchar lo que hizo el equipo, pero yo les dije que no hacemos esas cosas. Somos campeones, seguimos. Terminemos", aclaró en la red social Twitter tras la prueba en Suzuka.

Rosberg se destaca, pero el título de pilotos sigue abierto. No así el de marcas, conseguido por Mercedes por tercera vez en su historia y tercera consecutiva. Sin rivales. "Soy consciente de los 33 puntos, pero me centro en cada carrera. Quedan muchas carreras por delante y a mantenerse trabajando", aseguró el alemán. "El problema es que la matemática no cuenta si Lewis es tu compañero. Él va a luchar, va a ser bonito empezando por el próximo fin de semana en Austin"