Saleta Castro e Iván Raña se lanzarán de madrugada (media tarde en España) al agua de Hawai dispuestos a vivir el sueño de pelear con los mejores especialistas del mundo en la distancia más radical del triatlón. El Ironman -la prueba que obliga a los deportistas a nadar 3,8 kilómetros, recorrer en bicicleta 180 y correr una maratón- llega a su momento cumbre de la temporada: el Mundial de Kona en el que se ven las caras los mejores del planeta, los que durante el último año han ido sumando puntos para acudir a la catedral de esta disciplina. Y ahí, en la prueba élite, asoman estos dos gallegos que viven la cita de modo bien diferente. A Saleta Castro le vale con terminar; Raña persigue un buen resultado después de haber sido capaz de finalizar en sexta posición en 2013.

La pontevedresa Saleta Castro se ha exprimido al máximo para conseguir la clasificación. Acudir a Hawai es el sueño de su vida, el que ha hecho realidad incluso antes de tiempo. Para ello ha llevado al límite su cuerpo durante una temporada extenuante en la que ha tomado la salida en cuatro Ironman. La retirada en las citas de Lanzarote y Texas la llevaron a aparcar la idea de estar en Kona. Pero el sexto puesto en el Europeo de Frankfurt la enfrentó el dilema de jugarse esa plaza en Maastrich. Y allí escribió una página gloriosa de su carrera. Acabó en segunda posición y se ganó uno de los escasos billetes para el Mundial de la especialidad. Vive ahora mismo en un estado de felicidad permanente, tratando de asimilar todo lo que está viviendo rodeada por las grandes leyendas de la especialidad.

Saleta Castro sabe que ha competido y entrenado seguramente por encima de lo recomendable y que eso podría mermar su rendimiento en Hawai. Pero no la inquieta porque su premio es escuchar el bocinazo de salida mientras el sol despunta en el horizonte: "Estoy cansada después de una temporada larga y dura, pero muy ilusionada. Estoy viviendo un sueño". Por eso su objetivo no es otro que finalizar la prueba ("como sea") y aprender de cara al futuo. "Estar en este escenario, ver las zonas por las que se compite para mí ya es un premio. Quiero vivir la experiencia y disfrutarla al máximo", asegura la pontevedresa, entusiasta como nunca.

En otro lado de la escena se sitúa Iván Raña. El excampeón del mundo en distancia olímpica ya sabe lo que estar con los mejores en Kona. Fue sexto hace tres años y acude a su cuarto Mundial de Ironman dispuesto a pelear por un lugar en el podio, algo reservado solo para los elegidos. Su adaptación a la ultradistancia ha sido brillante aunque ha seguido aprendiendo de sus visitas a Hawai, de las diferentes pruebas en las que ha competido. Raña se muestra esperanzado con hacer un gran resultado. Llega descargado, confiando toda la temporada a una sola carrera: "Es un problema porque cuesta prepararse de un modo tan preciso, pero se intenta". El de Ordes confía en estar junto a Frodeno y compañía, resistir en los infernales 180 kilómetros en bicicleta y explotar sus piernas ligeras en la maratón. Si llega bien a ese momento de la competición, Raña será temible.