Las lágrimas afloraron en un deportista que mantiene viva su filosofía de la competición. Se contaron anécdotas, se desvelaron detalles inéditos y el protagonista, sorprendido por la implicación de los presentes, tuvo que moldear su voz, quebrada durante muchos instantes. Fueron sus amigos de toda la vida, los que les apoyaron al inicio de su carrera y su familia también, los protagonistas de un acto entrañable que se desarrolló en una sala del Parador Conde de Gondomar.

Los recuerdos se agolpaban en la memoria de Álvaro Pino. Pero también esas miradas que lo dicen todo. Allí estaba Horacio Barros, que le tuvo como director deportivo. Entre ambos existió complicidad. Desvelaron situaciones inéditas de cuando el ponteareano era juvenil. Y por encima del aspecto ciclista, también estaba el turístico. "Horacio nos llevaba a las carreras pero también nos enseñaba lugares que no conocíamos", desvela. Y uno de ellos fue la cima de los Lagos de Covadonga, donde Álvaro Pino logró una de sus victorias más prestigiosas como profesional. "Cuando fui a allí por primera vez era juvenil y le dije a Horacio que aquello era imposible de subir. Pues mira lo que pasó después", reconoce.

Evaristo Portela, hoy director del Froiz, también recordó las luchas que mantenían en la carretera. Lo mismo que el inquieto José Teixeira, compañero de entrenamientos "y algo más que no podemos decir". La charla "entre amigos" aumentó su intensidad con Jesús Blanco Villar, que dijo :"No podré agradecerle nunca lo que hizo por mí. Me tuvo una semana casi sin dormir para ficharme. Me dijo que me llamaría y el teléfono no sonaba. Incluso llegué a pensar que estaba estropeado". Los relatos se suceden, la historia nunca se puede completar debido a la cantidad de detalles que se acumulan. Horacio Barros, el emblemático impulsor del Spol de Porriño, recupera la memoria con gran facilidad.

Y entre los presentes también se encontraban Vicente Álvarez y Javier Maté, jugadores del Celta cuando Álvaro Pino estaba en la cima de su carrera deportiva. El exportero reconoció que era "un intruso en este acto", lo que provocó numerosas risas. También cuando dijo que "nosotros, los futbolistas, éramos unos privilegiados en aquella época. Jugábamos un partido a la semana y entrenábamos dos horas. Y este señor hacía 150 kilómetros de entrenamiento y competía durante tres semanas seguidas. Fue cuando me di cuenta de que Álvaro Pino era un ejemplo como deportista".

Mientras, Álvaro Pino observaba las imágenes proyectadas en una pantalla gigante. Sus últimos metros en Jerez cuando ganó la Vuelta a España. El riesgo que asumió Javier Mínguez, que era su director deportivo, para seguirle en la última curva. El recibimiento en Ponteareas, con miles de personas en la calle y la cara de cansancio del deportista fueron otros de los momentos emotivos del acto de homenaje.

Pero quizás el que más le emocionó fue cuando recordó su paso a profesionales. Contó con el apoyo de su familia y la emoción se desbordó. Por la cabeza de Isabel, su esposa, pasaron muy rápido aquellos detalles. Ambos se miraron de manera cómplice y el silencio retumbó en la sala. Fue un momento extraordinario que también presenciaron Jorge, Daniel, Mari Paz y Rogelio, los hermanos de Álvaro Pino. El acto, sin protocolo establecido, terminó con una frase del protagonista: "Gracias por estas emociones". Sus amigos y familiares más cercanos volvieron a aplaudir a un emblema del deporte gallego.