"Ese tipo de goles nunca se olvidan", anticipa Juan Sánchez. Y es una aseveración significativa en alguien que marcó tantas decenas durante quince años de carrera. No fue un tanto de gran factura o trascendencia. Tuvo la belleza de las primicias. Sánchez abrió la cuenta céltica en Europa.
Los pioneros de 1971 concluyeron a cero su duelo contra el Aberdeen (0-2 y 1-0). Tocaba romper esa ausencia en el reencuentro con la UEFA. El Celta visitó al Arges el 15 de septiembre de 1998. Hoy se sabría de la superioridad celeste, anticipando la goleada que sí se produciría en la vuelta en Balaídos (7-0). Entonces, con internet en sus balbuceos, la información fluía con mayor dificultad. A Pitesti acudió la escuadra con numerosas incógnitas. Y se contentó con el 0-1.
Sucede en el minuto 24. Revivo elude a un rival en centro de la cancha y transita el carril central. "Abre a banda izquierda, yo entro en el área, hago un recorte a la derecha y la tiro por el palo corto", describe Sánchez, exhibiendo la precisión de su memoria. Fue un gol muy suyo, de instinto asesino. "Normalmente el portero está esperando el tiro al palo largo", explica. "Fuera de casa el primer partido siempre es más complicado. Dominamos bastante y tuvimos más ocasiones. En la vuelta en Balaídos fuimos superiores y pasamos sin ningún problema".
Aquella eliminatoria contra el Arges inició la leyenda. En esa misma campaña se escriben los capítulos del Aston Villa y el Liverpool. También la tristeza ante el Olympique; la primera amargura de un Celta igual de épico en sus derrotas. "Era mi quinto año en Vigo. En las primeras temporadas el equipo siempre luchaba por no bajar. Jugar competición europea es muy importante para un profesional. Vivimos noches bonitas, con un gran ambiente en Balaídos. La pena fue el día del Olympique de Marsella, esa última jugada en la que pasó el balón por línea de gol. Tanto Gudelj como yo nos tiramos al suelo y no pudimos marcar el 1-0, que nos habría dado el pase (en el Velodrome habían quedado 2-1)".
Es la campaña que impulsa a Sánchez. En noviembre lo convocan con la selección española absoluta. "Había empezado muy bien la temporada, haciendo muchos goles y tuve esa recompensa". Y en el verano posterior regresará a su Valencia natal, ya convertido en figura.
A sus espaldas dejaba a un celtismo preguntándose si esa escuadra, a la que se le escapa la Champions, hubiera podido pelear incluso por el título liguero si Mostovoi y Mazinho no se hubiesen lesionado en el tramo final. "Seguro. Eran dos de los jugadores más importantes del equipo, con su calidad, con su experiencia. Fue una pena", se lamenta Sánchez. "Hicimos un año espectacular. Aparte de las lesiones, no teníamos una plantilla muy larga. Fuera de casa no dimos el nivel en varios partidos. Nos faltó ser más regulares como visitantes. Es una época bonita. Había un equipazo. Yo siempre lo hablo con la gente de fútbol, he ganado títulos en el Valencia pero en el Celta había una plantilla extraordinaria. Jugamos al fútbol de una manera de la que todo el mundo hablaba".
Sánchez, que trabaja en la representación de jugadores, viaja a Vigo con frecuencia y conoce detalladamente la situación del Celta. "Hay que tener paciencia. Yo tengo sobre todo mucha confianza en Berizzo. Es un gran entrenador. Ha hecho grandes cosas en el Celta y queda mucha temporada por delante", indica. "Jugar la Europa League ha provocado que se construya una plantilla más amplia, han llegado jugadores nuevos, cuesta que se adapten, y la baja de Nolito puede ser importante. Pero todo el mundo habla muy bien del Celta como club, su filosofía, su juego, y tarde o temprano irán para arriba seguro ganando partidos".
