Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los goles del abuelo Antonio

Descubre la historia y el camino que ha tenido que recorrer la estrella del Celta desde su niñez hasta la Eurocopa que arrancará en Francia el próximo 10 de junio

Nolito, en una viñeta de Luis Davila

"Ahora todos los fútbolistas se parecen. A unos le salen mejor las cosas, a otros peor, unos son más altos, otros más bajos, pero todos tratan siempre de hacer lo mismo. El fútbol es cada día una cosa más aburrida". La sentencia, cargada de amargura y desengaño, es del escritor uruguayo Eduardo Galeano que antes de morir hace un par de años dejó escrito que su relación con el fútbol se limitaba a la persecución de un solo momento de genialidad, sin importarle la camiseta del protagonista, en medio de la vulgaridad dominante. Aunque llevada al extremo la postura de Galeano viene a denunciar la academización que ha sufrido este deporte hasta anular en parte el instinto y el genio de los chicos que tienen cosas diferentes que ofrecer. Consecuencia de un mundo y una educación nuevas. Los tiempos de la consola como estrella del ocio infantil, la era en la que se aprende a jugar al fútbol rodeado de monitores y técnicos. En este tiempo, el triunfo de Nolito -convocado para jugar la Eurocopa con la selección española- supone la reivindicación del jugador de barrio, del que nace en los descampados, juega hasta después de la puesta del sol y mejora midiéndose a todas horas con muchachos que te sacan dos cabezas.

Así sucedió a comienzos de los noventa en Sanlúcar de Barrameda, en una barriada humilde, sacudida por la droga, donde Manuel y Dolores, los abuelos de Nolito, trataban de sacar adelante una familia interminable. Fueron ellos los que se encargaron de la educación del chaval ante la ausencia de sus padres biológicos. Sus abuelos se transformaron para en sus padres y sus diez tíos, en sus hermanos. Así sería para siempre y por eso el año pasado, cuando perdió a uno de sus tíos, hubo cierta confusión sobre el grado de parentesco que tenían. Para Nolito era y siempre será un hermano porque así lo sintió desde niño, desde los tiempos en los que el abuelo Manuel, marinero, traía el dinero a casa para alimentar a aquella tropa y la abuela Dolores hacía equilibrios, y en ocasiones visitaba Cáritas en busca de un refuerzo extra, para que no faltase nunca un plato de comida en la mesa. Nolito creció en un ambiente donde nunca sobraba nada y en ocasiones faltaban muchas cosas. Pero era un lugar en el que sobraba afecto y alegría, en el que se cantaba y se reía.

El fútbol era su perdición. El abuelo le soltaba en el parque y allí surgía un animal salvaje que enloquecía con la pelota que siempre aportaba alguno de sus amigos porque en casa de los Agudo Durán no había sitio para ciertos lujos. "Si a los demás les caía tres regalos en el cumpleaños, a mí uno. No había más y lo primero era comer y de eso nunca faltaba" explicaba en sus comienzos como futbolista. Manuel fue el primero en advertir que su nieto tenía un don especial. "Va a ser figura" le susurró un día a la abuela Dolores. Y lo llevó al Algaida (equipo de Sanlúcar que ya ha desaparecido) donde confirmaron el pronóstico del veterano marinero aunque también alertaron sobre su indolencia a la hora aplicarse en el trabajo físico. Nació entonces el proyecto de fútbolista bajo la atenta mirada de quien guiaba sus pasos a todas horas. Consejos siempre a punto que tenían que ver con el sacrificio y con las piedras que se encontraría en el camino para llegar a la élite. Por eso, para que nunca perdiera el contacto con la realidad,cuando Nolito se estrelló contra los libros el abuelo no dudó a la hora de emplearlo por las mañanas en la carnicería de un conocido. Hacía albóndigas antes de comer y se entrenaba por la tarde con el Sanluqueño, equipo con el que empezó a jugar en la Tercera andaluza y a ganar sus primeros euros gracias al fútbol.

Fue Bossio, aquel medio uruguayo que jugó en España en los años ochenta, quien trabajando para la secretaría técnica del Valencia vio a Nolito e impresionado con él insistió en llevárselo a la ciudad deportiva de Paterna. Fue el primer encontronazo del sanluqueño con el mundo del fútbol. No se adaptó a estar lejos de casa y a la residencia se convirtió en una cárcel para él en la que sentía que le faltaba el aire. El abuelo Manuel le pedía que aguantase, que aquello era una cuestión de tiempo, pero Nolito aún no estaba preparado para alejarse de su mundo, de su Sanlúcar, de la casa abarrotada, de las risas con sus hermanos y del pescado frito. Volvió sobre sus pasos y recaló en el Écija con casi veinte años donde disfrutó de su primer momento de gloria mediática. Fue en 2006 en la eliminatoria de Copa del Rey contra el Real Madrid. Un Nolito algo pesadote, pero sobrado de ese talento más propio de los arrabales, marcó el gol del 1-1 en el partido de ida jugado en el municipal de San Pablo. Nació ese día el "Golito de Nolito" gracias al titular aparecido en la portada de Marca.Dos años después Roberto Ríos y Rafa Gordillo, que dirigían al Écija por entonces, le convocaron a una reunión. Creía que iba a recibir una mala noticia, pero se encontró con que Alexanco había telefoneado al club para comunicarles que el Barcelona quería al delantero para su equipo filial. Nolito corrió a casa para contárselo al abuelo Manuel, azulgrana hasta la médula, quien muchos antes le había comprado con unos pequeños ahorros un chándal del conjunto culé que apenas se quitó en tres años. Uno de los pocos excesos que se habían visto en esa casa.

En Barcelona, en el equipo de Tercera, se produjo el idílico encuentro con Luis Enrique. Su definitiva orientación hacia la élite. Lucho le dio muchas de las claves que rodean al mundo profesional, las que separan a los futbolistas que llegan de los que se quedan en el camino ladrando su rabia por no haber dado los pasos correctos. Bajo su mando ordenó todas sus ideas. Siguió siendo el genial futbolista de barrio en el campo, pero lejos de él adaptó cambios decisivos, sobre todo en relación a la alimentación. Abandonó su inclinación por los pastelitos, la bollería, el azúcar y la Coca-Cola para bajar peso y subir un par de puntos su rendimiento. Guardiola le convocó para jugar algún partido con el primer equipo y Nolito se transformó en una pequeña sensación. Un delantero afilado, que arrancaba desde el costado izquierdo y con una capacidad asombrosa para el gol. El problema, tantas veces visto, es que en el Camp Nou los caminos para un delantero joven están casi siempre cerrados por aspirantes a Balón de Oro. En 2011, consciente de que no había sitio para él, se marchó al Benfica donde no se entendió con Jorge Jesús, el técnico das "Aguias". Otra experiencia traumática para él, con su mujer y su niña pasando buena parte del tiempo en España. Fue cedido al Granada hasta que en verano de 2013 el Celta echa las redes sobre él. La posibilidad de reencontrarse con Luis Enrique y algunos viejos amigos de la cantera azulgrana como Fontás termina por animarle a vestir la celeste. Y en Vigo estalla su mejor versión. Aquí encuentra un ecosistema ideal, aunque se queje a menudo de la lluvia. En el campo y fuera de él. Líder del equipo en estos años, la llamada de Del Bosque hace unos meses fue un acto de absoluta justicia, una recompensa a un jugador tan regular como brillante, autor de algunas de las jugadas y goles más asombrosos de la temporada. Solo la lesión durante el invierno de la última temporada, que se alargó en exceso y tuvo demasiado tiempo alejado de los campos, dejó alguna duda sobre su presencia en la lista definitiva. Pero Del Bosque ya había tomado la decisión. Como los técnicos de Sanlúcar, o Bossio en su momento, o Alexanco o Luis Enrique, el seleccionador tiene claro que es un futbolista con ángel, alguien con capacidad para levantar un partido con una acción genial y que tiene calidad de sobra para asociarse con una plantilla que quiere organizarse alrededor del manejo de la pelota. El domingo pasado, con sus dos extraordinarios goles a Bosnia, se ganó los titulares de la prensa aún resacosa por la final de Champions y de paso acabó por estampar el sello en el billete hacia la Eurocopa. Por ahora los últimos goles de su carrera que como sucede desde hace seis años dedicó con los dedos apuntando al cielo para que quede claro que le pertenecen al abuelo Antonio, el papá que le acercó al fútbol y el que cuando cierra los ojos le recuerda que no se confíe y que siga corriendo en busca de su sueño. "Porque, Nolito, lo mejor siempre está por venir".

Compartir el artículo

stats