La Liga española se ha convertido en los últimos tiempos en objeto de deseo de grandes grupos inversores internacionales y millonarios que compran su propio club con la idea de alternar negocio y pasión deportiva en una de las mejores competiciones futbolísticas del mundo. El Málaga, adquirido por el jeque Abdullah Al Thani, inició el camino en 2010 y desde entonces le han seguido señeros equipos de Primera División como el Valencia, comprado hace un año por el multimillonario singapurés Peter Lim, el Espanyol, adquirido por un poderoso grupo inversor chino y últimamente el Granada, cuya venta a otro grupo asiático acaba de cerrarse por 37 millones de euros.

El Celta está también en el escaparate. Y en primera línea. Con deuda cero, un plantel blindado por varios años y notablemente revalorizado por la gran temporada realizada a las órdenes de Eduardo Berizzo, el conjunto vigués se ha convertido en un caramelo sumamente apetecible para grandes grupos de inversores extranjeros, que llaman en tropel a la puerta de Plaza de España, según ha revelado el presidente del club celeste, Carlos Mouriño. "Sí han llegado ofertas. Estos días están llegando de una manera tan enorme que a nosotros mismos nos sorprende", confesó ayer el mandatario céltico en una entrevista con el programa radiofónico SER Deportivos de Radio Vigo La situación no es nueva. El pasado mes de septiembre, en una entrevista a FARO, el presidente del Celta reconocía que habían llegado a sus manos ofertas de grupos extranjeros, pero que ni tan siquiera les dio opción a entablar una negociación. Una situación que se ha avivado en los últimos días debido a la extraordinaria temporada que ha firmado el conjunto vigués. Ayer, el presidente confesó a este diario que "no hemos aceptado reunirnos con nadie". La venta del Celta no está sobre la mesa en estos momentos, aunque el dirigente volvió a insistir en algo apuntado en FARO hace una semana, la importancia que tiene encontrar motivaciones. "No me he planteado vender, pero si no puedo cumplir mis objetivos la familia tendrá que decidir qué hace con el club", declaró el dirigente, que se quejó de los numerosos problemas con que se está encontrando para construir la ciudad deportiva que necesita para desarrollar su proyecto de cantera.

Después de sanear las arcas del Celta, darle estabilidad deportiva al equipo y dotar a la entidad de patrimonio con la compra de la sede del Mercantil, la construcción de la ciudad deportiva es el sueño pendiente de Mouriño. Un paso que el dirigente imprescindible para impulsar el proyecto de cantera que se ha convertido en la principal seña de identidad de su presidencia. "Nos encontramos con el mismo problema: no tenemos campos para que entrenen nuestro muchachos cuanto menos para seguir ampliando. Estamos tan limitados que no podamos pensar en otra cosa", se quejó el mandatario. "¿Cómo es posible que no pueda ser en Vigo cuando en otras ciudades hay dos o tres ciudades deportivas", se preguntó. "Yo soy gente de objetivos, no de resultados de fútbol y si mis objetivos no se pueden cumplir pues llegará el momento en que tenga que decir adiós".