El fútbol volvió a premiar ayer al equipo más atrevido, al que más arriesgó para ganar el título de la Copa del Rey. El Sevilla desaprovechó casi una hora de superioridad numérica y, cuando se equilibraron las fuerzas, el Barcelona sacó a relucir su talento, por medio de Iniesta y de Messi, para ganar una final intensa, muy táctica, emocionante, de un esfuerzo titánico. Como ocurrió el 11 de agosto pasado en Tiflis, en la final de la Supercopa europea, el equipo de Luis Enrique Martínez volvió a ganarle el pulso al de Unai Emery en la prórroga y llevarse el doblete al que aspiraban ambos después de que uno ganase la Liga española y el otro la Europa League.

Roja a mascherano

El Barcelona, que acudía al Vicente Calderón como el rey de copas, con veintisiete títulos, debía asumir la condición de favorito ante el Sevilla, en una final inédita en el torneo del k.o. Y el partido arrancó como se esperaba, con el plan estratégico previsto: los azulgrana con el balón y los blanquirrojos esperando en su campo para sorprender al contraataque. Y la apuesta le dio la razón a Emery, al menos en la primera parte, porque en una carrera de Gameiro, Mascherano agarró al francés de la camiseta al borde del área y el argentino dijo adiós con una roja directa antes del descanso. Con casi una hora de partido por delante, la afición sevillista comenzaba a sentir más cerca el doblete, teniendo en cuenta que Messi solo se activaba con el balón y el resto de la MSN tampoco creaba excesivo peligro, a excepción de un balón que Suárez mandó fuera.

La incomodidad del sevilla

Sin embargo, jugar con superioridad le sentó peor de lo esperado al Sevilla, a pesar de que Banega estrelló el balón contra base del poste de la portería de Ter Stegen nada más arrancar la segunda parte. Emery había elegido un equipo de mucho músculo, y para jugar a la contra, que no sabía cómo afrontar el nuevo papel que le planteó el Barcelona, que prescindió de Rakitic para reforzar la defensa con Mathieu. Messi y Neymar se quedaban descolgados del resto del equipo, al que le tocó sufrir para parar a un Sevilla que atacaba por oleadas. Pero con un Piqué imperial y con Iniesta escondiendo el balón, el conjunto azulgrana fue superando las adversidades, como la lesión muscular de Suárez. Las lágrimas del uruguayo en el banquillo daban a entender que peligra su participación en la Copa América Centenaria en Estados Unidos.

el genial iniesta

Qué fácil parece el fútbol cuando juega el mago de Fuentealbilla, pero que difícil resulta llevarlo a la práctica para la mayoría de los mortales. Con el capitán en plan estelar, el Barça se dedicó, primero, a solventar los apuros defensivos como pudo y, a partir de la magia de Iniesta, buscó sorprender por velocidad. Se habían cambiado los papeles: el Barça ponía a prueba su capacidad física y el Sevilla su talento futbolístico. Rafinha le dio consistencia al centro del campo azulgrana, que reclamó un arbitraje más imparcial a Del Cerro Grande, que se equivocó en la señalización de varios fueras de juego y en faltas al borde del área sevillista.

expulsión de banega

Con las fuerzas más equilibradas por el gran derroche físico del Barcelona, la final se encaminaba hacia la prórroga. Esta temporada así se han resuelto los títulos de Copa en las principales ligas europeas, salvo en la francesa. Banega, el cerebro del Sevilla, seguía el mismo camino que su compatriota Mascherano por derribar a Neymar Jr. al borde del área. Era en el descuento del partido, pero quedaba media hora de prórroga por delante y el golpe supuso un gran daño psicológico al Sevilla. Al equipo de Emery le cayó encima de repente el desgaste físico que cuatro días antes le había provocado la final europea de Basilea contra el Liverpool.

Irrupción de messi

Y el Barcelona necesitaba a Messi para tumbar a uno de los rivales que más trabajo le había dado en la Liga, pues cayó en el Sánchez Pizjuán y le ganó por la mínima en el Camp Nou (2-1). El astro argentino se inventó una asistencia para la carrera de Jordi Alba, que casi sin ángulo tuvo paciencia y acierto para cruzar el balón ante Sergio Rico. La prórroga no podía comenzar menor para el conjunto catalán.

Esteladas al viento

El partido se ponía de cara para un Barcelona que acariciaba su vigésimo octavo título en el siglo XXI, y en el Vicente Calderón aparecían más esteladas que al inicio de la final. La polémica por las banderas independentistas catalanas había intentado restarle protagonismo al partido de cierre de la temporada en España -a la espera de la final de la Liga de Campeones entre los dos colosos madrileños-, al que el Barça le puso el punto final con un gol de Neymar cuando el Sevilla ya se había rendido. Como en Tiflis, el Barça se llevaba otro título.