Había dos pistas fundamentales para situar el partido en Manchester. El Madrid jugaba con la equipación de visitante y los cánticos tenían acento inglés. Por el juego no hubo ningún indicio de que el partido se disputara en el Etihad Stadium. El Madrid fue el que puso más sobre el césped, el que disfrutó de las mejores oportunidades y mostró ambición ante el inofensivo y cohibido City de Pellegrini, cuyo único propósito fue llegar vivo al Bernabeu, no agotar todas sus vidas. Si lo logró, fue gracias a Hart, su ágil guardameta que aguantó el 0-0 con una actuación soberbia.

Al City le pesaron demasiado sus recuerdos más recientes en Europa. Un par de toneladas. Los ingleses cayeron los dos últimos años ante el Barça en octavos por malas actuaciones en el partido de ida en su campo (0-2 y 1-2), así que el propósito era no caer en los errores del pasado. De primeras, al Madrid no le desagradó la idea. En el caso blanco quizás pesó Wolfsburgo y evitar el lío de tener que pensar en otra remontada apelando a la épica. Con ese planteamiento, el partido fue en su mayor parte un duelo táctico, aburrido, sin muchas opciones. Solo se agitó cuando quiso el Madrid.

Los blancos guardaron su mejor versión para la segunda mitad. Salieron algo aturdidos al campo, asimilando la baja de Cristiano. El portugués no superó las pruebas físicas en las horas previas y se cayó de la lista. Le sustituyó Lucas Vázquez, el becario que ha adelantado a empleados de más peso en la lista de prioridades. Premio a los méritos.

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Perder a Cristiano es para el Madrid algo más que jugar sin su principal peligro. También pierde su pieza maestra, la que se salta las líneas, la más directa al gol. Como una partida de ajedrez sin la reina. Por eso el Madrid se convierte en más plano. Por eso y por la tensión de unas semifinales de Liga de Campeones, excusa aceptable cuando aumentan tanto las pulsaciones.

El City quiso morder desde el principio con agresividad en cada balón dividido. Se olvidó del estilo Pellegrini para recuperar la esencia del fútbol británico. Aunque en realidad solo mostró carácter en las jugadas intrascendentes, nada reseñable cerca del área. Su única opción fue desbaratada por Casemiro en el área.

El Real Madrid al menos podía encomendarse a los destellos de Bale y Benzema. Pronto se comprobó que tampoco sería así. El francés forzó para estar en la cita pero nunca se le vio cómodo, como si pisara cristales. Al descanso fue sustituido por Jesé. Al Madrid no le afectó al cambio.

La mejor versión madridista llegó tras el descanso. La ausencia de dos de sus estrellas mostró la versión más coral del equipo, con Ramos y Pepe como dos colosos en la zaga. Bale cayó a los 47 minutos ante Otamendi advirtiendo que el área del City sería frecuentada, Ramos gozó de una buena opción pero su cabezazo salió centrado.

La dinamita se concentró a partir del minuto 70. Jesé impactó de cabeza un buen servicio de Carvajal pero la pelota se fue al larguero. Bale entró a los 74 en escena: carrera descontrolada, recorte y zurdazo que lamió el poste. Le siguió un córner, a los 78, que Casemiro peinó con el flequillo y Hart detuvo con el pie. Para seguir con el ataque aéreo, Kroos puso otro córner medido en el 81, Bale prolongó y Pepe, solo en el área pequeña, quiso definir. Optó por la fuerza antes que la maña y Hart agigantó su figura para rechazar con el cuerpo.

La grada del Etihad bramó más fuerte con cada oportunidad perdida de los blancos. No se sabe si por aclamación a su héroe en la meta o por alivio de verse vivos. El City tuvo su inmerecida réplica, en el tiempo añadido. De Bruyne, el único con duende en los locales, chutó una falta lateral y Navas despejó con acierto a córner. El desenlace se rueda en el Bernabeu, donde se espera a un City más valiente y a un Madrid con más colmillo. El guión promete ser muy diferente.