Pedro Nimo ha hecho las maletas. Un reto deportivo y personal lo han llevado a miles de kilómetros de su casa para entrenar a un grupo de corredores en Bakú (Azerbaiyán) y ayudar en la organización de una carrera. Un proyecto tan exótico como llamativo, gratificante en lo económico pero muy duro para un enamorado de su tierra y sus caballos como es el santiagués.

A través de una amiga de su paisana Vero Boquete, Patricia (entrenadora de la selección femenina azerí), Nimo recibió una llamada que cambió todo su mundo en un instante. Hasta ese momento consumía su tiempo y sus esfuerzos entre sus tiendas, sus atletas y sus caballos, principalmente, además de entrenarse para mantener su carrera como atleta profesional. "Aquí estoy entrenando a un grupo de personas que quieren correr y ayudándoles a organizar una carrera que su idea es que termine siendo un maratón. Y como Bakú es una ciudad a orillas del mar y con mucho viento, el nombre de la carrera será "Win the Wind" (vence al viento). Por ahora todo va fenomenal aunque la verdad es que es un país bastante anárquico", relata desde Bakú.

Las autoridades gubernamentales de Bakú sabían perfectamente el perfil de hombre que buscaban en su intención de popularizar un deporte como el atletismo, que ahora mismo no goza de demasiados seguidores. "Me llamaron porque sabían que me entreno a mí mismo desde hace tiempo, que soy maratoniano, y a través de una amiga en común de Vero Boquete que también está trabajando aquí, me llamaron. Fue un cúmulo de circunstancias pero yo tenía que acabar aquí parece que sí o sí", indica.

Antes de tomar la decisión definitiva de aceptar la propuesta azerí viajó hace dos semanas a Bakú para conocer los detalles de un proyecto que le tendrán a miles de kilómetros de su casa por lo menos hasta mediados del mes de mayo "Hace dos semanas y media me vine cinco días. Nos sentamos a hablar, que me explicasen el proyecto, las condiciones y demás. Me dejaron volverme a Santiago para un poco ordenar mi vida en la medida de lo posible y ahora me quedaré hasta mediados de mayo aproximadamente", relata. Ocupa gran parte de su tiempo en organizar "todo lo que es la carrera que se va a realizar", que será el 1 de mayo, además de dedicare a entrenar diariamente a un grupo de seis o siete atletas que se acercan cada tarde al estadio para ponerse a sus órdenes. "La idea un poco es que todas las personas que quieran puedan venir a esas sesiones de entrenamiento o a resolver dudas, o lo que tengan, con la finalidad de que puedan acabar la carrera", indica Nimo, sorprendido por la escasa cultura atlética de su nuevo destino laboral. "Ellos sabían que querían organizar una carrera pero no sabían de la necesidad de poner avituallamientos o desconocían la necesidad de poner dorsales con chip... Tienen formación en otras cosas, pero la deportiva es bastante pobre, salvo en los deportes que aquí son más populares como el boxeo o el voleibol", dice Nimo. "Son conscientes de que el petróleo y el gas se terminarán. Ahora en junio van a organizar una prueba de la Fórmula Uno y quieren organizar también, como todas las grandes ciudades del mundo, su gran carrera", anuncia Nimo.

Pero la de Bakú no ha sido la única propuesta laboral que barajó Nimo antes de decidirse a aceptar este proyecto. "Un poco antes me había llegado otra propuesta para irme a Abu Dabi a entrenar a dos personas, pero ellos lo tienen más claro: quieren hacer una marca entorno a 2:17 o 2:18 en maratón, pero quieren que su entrenador pueda correr con ellos todos los días", indica: "Me están surgiendo bastantes proyectos de este tipo. La gran pena es que son siempre lejos y la verdad es que yo soy muy casero, muy de mi Compostela, muy de mi Galicia, y la verdad es que cuesta, pero bueno, ahora toca así y hay que apechugar".

"En el fondo todos necesitamos salir de nuestra zona de confort. El aspecto económico es algo que también pesa mucho en la balanza. Y sobre todo, vivir algo nuevo. Te obligas a ponerte las pilas y vas abriendo nuevas vías porque todos sabemos que el atletismo, aunque en mi caso he tenido la suerte de vivir de él, ya se acaba. Voy a cumplir 36 años. Me quedan ya solo dos años de contrato con los patrocinadores grandes que tengo y hay que estar abierto a lo que toque. En ese sentido va a ser algo positivo, también duro, pero que me hará volver a Santiago con otra mentalidad y otras perspectivas por haber vivido esto", zanja.