Era un 6 de octubre de 2002 y el Celta daba, sin saberlo, sus primeros pasos hacia una temporada histórica. Se empezaba a hablar de la "flor" de Miguel Ángel Lotina. El conjunto vigués ganaba en Mestalla al vigente campeón de Liga y se situaba líder de Primera División. Era un golpe de efecto. Una razón más para pensar que el cuadro celeste daría un salto en la tabla que le permitiría disputar por primera vez en la historia la Champions League.

La Liga daba sus primeros coletazos, pero el asalto a Mestalla fue clave para acabar la temporada en la cuarta plaza. A lo largo de esta semana se ha recordado el feudo del Valencia como un campo maldito para el Celta. Solo un triunfo en las últimas veinte visitas. Un dato demoledor para un equipo, el de Berizzo, que ya rompió este curso la estadística en plazas complicadas como el Coliseum Alfonso Pérez o Anoeta. Aquella victoriosa cita en tierras valencianas fue un guiño del fútbol a un Celta habituado a que el balón le fuese esquivo a su estilo preciosista.

En aquella excepción fue clave Cavallero. El portero argentino, que cuajó una temporada memorable, firmó una tarde para el recuerdo. Mantuvo el marcador a cero durante los 90 minutos con grandes intervenciones, entre ellas dos penaltis errados por Rubén Baraja. Ya en el descuento llegaría el noqueó para un Valencia que mereció, por lo menos, el empate. Una internada de Coudet en posiblemente la única aproximación celeste a la portería de Cañizares acababa en penalti. Vagner también fallaba pero recogía de forma extraña el rechace y anotaba el gol que firmaba el triunfo del Celta en Mestalla.

No fue merecido, pero lo cierto es que el empate entre celestes y valencianistas en la vuelta dejaba al equipo de Lotina con el "goal average" particular a favor de los vigueses. En ese mano a mano en la carrera por la cuarta plaza que daba acceso a la Champions League acabaría llevándoselo el Celta gracias, entre otros motivos, a la buena temporada dé Cavallero Ese sueño se sustentó a partir de la victoria de Mestalla. Casi quince años después, el feudo valencianistas medirá las aspiraciones de un nuevo Celta que busca construir una nueva era como equipo europeo.