Este lunes se han cumplido seis años de la llegada de Eusebio Sacristán al Celta. Y se cumplen justo en la semana en la que el de La Seca regresa a Balaídos a los mandos de la Real Sociedad. El sábado tendrá lugar el primer reencuentro del entrenador con los que fueron su equipo y su afición desde que el exjugador y exentrenador celeste se marchase al final de la temporada 2009-2010. Sí Paco Herrera puede considerarse como uno de los padres del actual Celta, Eusebio es su abuelo. Con él empezó todo.

El técnico vallisoletano aterrizó en Vigo durante los tiempos más oscuros del celtismo. El club, que un año antes coqueteó con la desaparición antes de acogerse a la Ley Concursal, malvivía en la División de Plata del fútbol nacional. Era la segunda temporada consecutiva en Segunda y el Celta iba por el mismo camino que en la anterior: pelear por la permanencia. Carlos Mouriño, presidente del Celta desde el 2006, había hecho desfilar por el banquillo del primer equipo a seis entrenadores: Fernando Vázquez, Hristo Stoichkov, López Caro, Antonio López Habas, Alejandro Menéndez (actual técnico del Celta B) y Pepe Murcia. También había un cisma con la afición. El celtismo estaba desconectado del club después de los dos descensos casi consecutivos, la sucesión de malas noticias respecto al nefasto estado de la salud financiera de la entidad o decisiones mal acogidas como la no renovación de Gustavo López.

Por necesidad, la directiva apostó por un cambio radical en sus planes. Menos fichajes, más canteranos y fútbol ofensivo. Para dirigir este proyecto se fichó a Eusebio Sacristán, un entrenador "estilo Barça", como diría Mouriño, que venía de ganarlo todo como parte del staff técnico de Frank Rijkaard en el Barcelona y estaba acostumbrado a tratar con los jugadores jóvenes de la Masía.

Eusebio empezó a marcar la línea por la que se movería el Celta hasta la actualidad. Aquel Celta, que pretendía aproximarse al "estilo Barça", comenzó a sentar las bases de lo que a la postre sería el "fútbol de salón". Con jugadores como Roberto Trashorras, Ariel Rosada, Dinei, Michu, Ghilas o David Rodríguez, el conjunto celeste empezó a rasear el balón, jugar al toque y buscar la portería contraria a partir de la posesión. Sin embargo, el juego del Celta de Eusebio no se tradujo en grandes resultados. Mucho toque pero poca verticalidad pero sobre todo; mucha irregularidad. En la temporada en la que el de La Seca pudo gestionar el equipo desde la pretemporada hasta el final, el Celta, que hizo muy buenos partidos, nunca logró pasar de la décima posición en Segunda División.

Pero si por algo el celtismo tiene que estar agradecido a Eusebio es por el papel que le dio a la cantera. La llegada del vallisoletano marcó un antes y un después en A Madroa y en su factoría de jugadores que tuvo su punto álgido el 6 de junio de 2009, el día en que Iago Aspas se bautizó en Balaídos y con dos goles ante el Alavés para salvar al equipo de bajar a Segunda B y casi seguro de su desaparición. Eusebio, en la temporada y media que estuvo en Vigo, hizo debutar a diez futbolistas del filial: Joselu, Hugo Mallo, Yoel, Túñez, Toni, Oriol Riera, Álex López, Víctor Vázquez, Candela y Mateo. Pero los canteranos no solo se limitaron a estrenarse con el primer equipo, sino que pasaron a formar parte de la columna vertebral de la plantilla. En el primer once de Eusebio al inicio de la temporada 2009-2010 había seis futbolistas salidos de A Madroa. El preparador de La Seca fue el encargado de la consolidación de hombres tan importantes en el ascenso e incluso en el presente del Celta como Roberto Lago, Jonathan Vila, Dani Abalo, Iago Aspas; los propios Yoel, Túñez, Mallo y Toni; o Michu y Joselu, que se marcharon antes de tiempo.

Además, el Celta de Eusebio empezó a reenganchar de nuevo a la afición. Nació una ilusión entre una nueva generación de celtistas que madurarían años después con Paco Herrera. Las gradas dejaron de estar semidesiertas y volvieron a repoblarse de color celeste. Vieron la luz nuevas peñas y se vivieron tardes mágicas como la ya mencionada ante el Alavés o las de Copa del Rey, en la que el Celta a punto estuvo de pasar a semifinales de no ser por un mal arbitraje y el Atlético de Madrid de Agüero y Forlán.

La directiva tomó la decisión de no renovar a Eusebio al término de la temporada 2009-2010. El vallisoletano se marchó sin hacer ruido, "con el Celta en el corazón" y construyendo, casi sin saberlo, los pilares de un equipo que seis años después está peleando por meterse en Europa League. Sus números al frente del banquillo celeste no fueron los mejores -20 victorias, 24 empates y 22 derrotas-, pero su legado ha sido inmenso.

El sábado en Balaídos los caminos del Celta y del de La Seca vuelven a cruzarse. Eusebio llegó en noviembre a la Real Sociedad como sustituto de David Moyes después de cuatro años al frente del filial del Barcelona. El técnico, que ahora tiene como mano derecha al vigués Juan Carlos Andrés, ha relanzado al conjunto guipuzcoano que desde una distancia prudente comienza a ver, al igual que el Celta, a Europa. Balaídos, seguro, le recibirá como se merece.