Eusebio Sacristán se estrena en Vigo como entrenador de Primera División. Regreso gozoso el suyo, aunque en realidad nunca se ha ido del todo. El pucelano visita con frecuencia una ciudad que lo ha marcado a nivel vital y profesional. De hecho, se ha rodeado de un clan vigués que lo impulsa y sustenta en su carrera.

El miembro más evidente de ese círculo íntimo es Juan Carlos Andrés, al que Eusebio escogió como ayudante cuando la Real Sociedad lo llamó a comienzos de noviembre para sustituir a David Moyes. Hasta entonces Eusebio y Andrés no habían formado tándem técnico. Era Carlos Hugo García Bayón su habitual socio -lo fue en el Celta y en el Barcelona B-. Pero García Bayón se había convertido en coordinador de las categorías inferiores celestes tras abandonar el Barça. Había un hueco al lado de Eusebio. Andrés lo ha ocupado.

Es una maniobra a todas luces natural. Juan Carlos Andrés comparte filosofía futbolística con Eusebio. Más que eso, han construido juntos una filosofía propia. Andrés apenas tenía 20 años cuando conoció al vallisoletano. Apasionado del fútbol, precoz en su talento para interpretar el juego, empezó a ayudar a Javier Maté durante la época en que el exportero ejercía de secretario técnico del Celta. Y estaba con Maté el día que éste cerró la contratación de Eusebio como jugador, en verano de 1995. Presentó a ambos. En aquel viejo despacho de Balaídos, mientras se sustanciaban las gestiones del fichaje, Eusebio y Juan Andrés tuvieron la primera de sus innumerables charlas. Que el centrocampista, recién llegado del "Dream Team" de Cruyff, resultase tan accesible ejemplifica bien ese carácter que enamora a todos sus íntimos.

Hubo química personal y la oportunidad de profundizar en su afinidad futbolística. Eusebio y Juan Carlos Andrés se matricularon a la vez en el curso de entrenadores. Iban juntos en coche a A Coruña cuando tocaba. Es aquí cuando aparece otro miembro del clan vigués. Al concluir las clases los dos se iban a cenar con Arturo Malingre, amigo de siempre de Andrés, que estudiaba allí arquitectura técnica. Malingre ha diversificado hoy en día su actividad profesional. Es socio de Promevi, que organiza eventos inmobiliarios. Pero además lleva los asuntos contractuales de Eusebio como su asesor. Lo hace en unión de Interstar Deporte, la empresa de representación de la que es socio Tárrega y en la que trabajan Sánchez y Moisés. Todos ellos también unidos por su pasado céltico.

Todo conduce inevitablemente a esa primera etapa celeste de Eusebio, aún como futbolista. Estaba en su segunda campaña cuando al vestuario llegó Daniel Dutuel, que se unió al clan. Dutuel trabaja hoy en seguros para futbolistas. Vive a caballo entre Francia, donde tiene muchos clientes, y Vigo, donde reside su familia.

Ya no habita en la ciudad el último elemento del repóquer: Josema, lateral céltico entre 1996 y 1999. Josema se iría después a Osasuna, donde acabaría retirándose en 2001. Se quedó durante unos años en Pamplona. Montó allí un fructífero negocio de toldos y elementos de protección solar, muebles de jardín... Aunque mantiene abierta la tienda, hace un tiempo que se mudó a Hernani. Josema, habitual de Anoeta, es quien está ejerciendo de cicerone de Eusebio y Andrés en el escenario guipuzcoano.

Eusebio tiene muchos más amigos olívicos que no tienen relación directa con el fútbol: Cuco, Paula, Juncal, Elba o Gorka, a los que visita siempre que puede. Vigo fue su primer destino tras el Barça y el primero como entrenador. Aquí nació su hija. Su relación con la actual directiva del Celta es excelente. "Para él Vigo es un sitio especial. Y es celtista", aseguran sus deudos, que se sienten felices por su buen desempeño con la Real Sociedad. Es un club en el que permanecer muchos años. ¿Y el Celta, después, en algún momento? Uno de sus amigos desliza: "Nadie conoce el futuro. Pero esa puerta siempre estará abierta"