En Mos, cada miércoles, varios gallegos se reúnen con cuatro irlandeses, un escocés, un inglés, un andaluz, un catalán y un oriundo de Suazilandia, ese pequeño estado entre Sudáfrica y Mozambique. Suazilandés, o sea, "supongo que se dirá así, la verdad es que no lo sé", reconoce Edward Morgan, que es el propio. Gente variopinta, reunida por los vericuetos de la vida en este rincón concreto del planeta, y ligados por una pasión. Llegan al campo de fútbol a entrenarse, prolongan los postes de las porterías mediante tubos y sacan un balón que parece de fútbol, aunque pesa más. Se lo pasan con el pie o golpeándolo con la mano de una manera muy concreta. A puerta disparan con frecuencia. Si baten al portero, lo celebran; si el balón pasa por encima del larguero, también aunque menos. Ensayan las jugadas que después el fin de semana, en Navia o Samil si ejercen de locales, practicarán en los partidos. Son el Keltoi, el equipo vigués de fútbol gaélico.

En la ciudad existe otro equipo, el Ambílokwoi, mixto. El Keltoi, celta en griego, ya camino de su tercer año de existencia, milita en la segunda categoría de la Liga Galega. Aunque parezca un deporte extraño en estas tierras, bajo la corteza va cuajando. El fútbol gaélico es una de las señas de identidad de Irlanda. En Croke Park, lugar de martirio del nacionalismo irlandés, no se permitió jugar al rugby por inglés hasta 2007. Galicia es quizás tras Bretaña el lugar en el que más ha cundido fuera de la verde Erín. Existen aquí 19 equipos y una selección potente, subcampeona mundial. La Asociación Galega de Fútbol Gaélico está reconocida por la Asociación Atlética Gaélica, que vigila su ortodoxia. "La popularidad está aumentando muy rápido", certifica el presidente de Keltoi, Declan Lyons.

Aún deben crecer más. No les alcanza el número para constituirse en deporte federado, lo que dificulta el acceso a ayudas e instalaciones. A los del Keltoi les gustaría poderse entrenarse también en Vigo y ser así más accesibles a la vista del público. Entre sus objetivos está componer un equipo femenino. De momento solo media docena de chicas forman parte del club.

Al fútbol gaélico llegan, de momento, los exploradores de lo extraño. Edward Morgan, que aterrizó en Vigo hace nueve años, se crió en la cultura rugbier en su África natal. "Me ofrecía algo diferente ante tanto dominio del fútbol. Probé y me gustó mucho", explica. "Supongo que a todos nos atrajo lo novedoso. Sentimos que formamos parte de los principios de algo. Y en la Liga Galega, en cierta forma, representas a la ciudad".

Se le suele describir como mezcla de rugby y fútbol, ya que permite un contacto físico intermedio entre ambos. Es el fútbol australiano, sin embargo, el que más se le parece, si bien la cancha es rectangular y el balón redondo (en la modalidad australiana, ambos son ovalados) además de otros matices. Aunque lo genuino es el fútgol gaélico con quince jugadores por escuadra, en Galicia se ha adaptado a once para acomodarse a las dimensiones de las canchas futbolísticas, que son más pequeñas.

Morgan resume su atractivo moral: "El amateurismo, el respeto al árbitro, el juego limpio". Juan Luis Fernández abunda en sus virtudes atléticas: "Es una mezcla de varios deportes. Intervienen tanto las extremidadas inferiores como las superiores". Fernández habla con sustancia. Es profesor de educación física en el CEIP Virxe do Rocío y ha incluido el fútbol gaélico en su programación: "Los alumnos aprenden enseguida a jugar".

"Nos lo tomamos en serio, pero con buen rollo", asegura Morgan. Les faltan dos partidos por disputar esta temporada, contra Auriense y A Estrada. Conservan opciones de clasificarse para la promoción. "El sueño del ascenso aún sigue vivo", destaca el irlandés Feidhlim Hanrahan. En abril disputarán la Copa Ibérica contra equipos de toda España y en mayo, la Copa Galega. "Dos citas que afrontamos con mucha ilusión". Por sobre todo está la sensación de saberse hermanos en la aventura. El Keltoi es gallego, irlandés, escocés, inglés, andaluz, catalán y sí, suazilandés. Morgan concluye: "Está genial. Es una buena mezcla".