Un Villarreal con muchos cambios en su once jugó en el Madrigal uno de los mejores partidos del año como local al superar con facilidad a un Levante que puso voluntad, pero al que le faltó el acierto que sí tuvo su rival.

Así, el Villarreal consiguió una de las mayores goleadas de la temporada y alcanzó ya trece partidos sin perder, mientras que el Levante se queda ya muy tocado tras esta derrota.

El partido empezó con ambos equipos con ganas de dominar el partido, y sobre todo de no dejar que su rival tuviera el control inicial. Fueron diez minutos de igualdad, de mucha presión, pero de pocas llegadas al área.

Esta dinámica cambiaría radicalmente en la primera opción para los locales, que con una llegada de Leo Baptistao lograba el primer gol del partido. El delantero brasileño sorprendía con un disparo entre las piernas de Mariño, cuando ya estaba sin ángulo, y el gol desde ahí parecía imposible.

El gol dio tranquilidad a los de Marcelino, que esperaban a su rival y le sorprendían en cada robo de balón con velocidad. Quería el Levante entrar en el partido y lo hacía de forma aseada, pero sin profundidad.

Tan sólo algunas escapadas de Morales, y alguna carrera de Deyverson inquietaban la portería amarilla, pero por contra el Villarreal comenzaba a tener el balón, a lo que sumaba la velocidad de un acertado Baptistao y un muy activo Samu Castillejo.

Así, el centrocampista malagueño estuvo cerca de marcar el segundo a los veinte minutos, pero su disparo se marchaba fuera por poco, una opción que se repetiría a la media hora, cuando una vez más los de Marcelino rompían la línea adelantada del Levante, y que esta vez Castillejo no perdonaría.

Este segundo tanto dejó tocado al Levante, que pudo recibir el tercer gol minutos después, pero el mismo Baptistao, no pudo rematar bien un centro de Bailly que lo había dejado solo ante el portero. El Levante buscó meterse en el partido, pero Morales con todo a favor y ante Areola quiso definir él y el portero francés salvó un gol cantado, que lo hubiera sido mucho más si hubiera decidido pasarla a un Deyverson que estaba solo.

Los segundos cuarenta y cinco minutos no pudieron empezar mejor para los de Marcelino, que lograban sólo comenzar el tercer gol.