Un nuevo planteamiento magistral del 'Cholo' Simeone empujó al Atlético de Madrid a la conquista del Santiago Bernabéu, confirmando una tendencia de dominio desde su llegada, para dejar a su equipo como única alternativa al Barcelona gracias al tanto de Griezmann (0-1), que destapó las carencias de un proyecto del Real Madrid que hace aguas, reducido a la 'Champions'. Y aún por encima con otra tormenta encima provocada por los cánticos contra Florentino y las declaraciones de Cristiano contra sus compañeros.

La historia se repite en un cambio de tendencia en los derbis madrileños. Otro recital rojiblanco en casa de su eterno enemigo, el mayor goce para su parroquia, provoca el fracaso del Real Madrid en Liga, con tres meses duros por delante de competición con la mente únicamente puesta en el milagro de la undécima Copa de Europa.

Fueron este tipo de duelos los que doctoraron a Simeone. Enfermizo estudioso del rival y experto en sacar el máximo rendimiento de sus jugadores. Zidane necesitaba mostrarlo. El derbi presentó el plan esperado, el orden y las líneas juntas rojiblancas desfiguraron el fútbol blanco de ataque. Se ponían a prueba las variantes del técnico madridista, obligado a inventar algo para salir de la trampa. El respeto marcó el primer acto tanto como la maestría táctica de Simeone. Un 4-4-2 con líneas muy unidas, solidarias en la presión, entregaron el balón sin miedo al Real Madrid que nunca encontró la forma de hacer daño. Se escuchaba el grito de necesidad a la aparición de media puntas que encontrasen espacios y pases de peligro. Isco desgastado en labores defensivas; James sin frescura.

El encuentro caminaba por donde deseaba el Cholo. Mientras esperaba que la paciencia del rival y su afición se agotase, esperaba su momento el Atlético. Seguro de que llegaría. Y acabó probando a Navas con mayor peligro. Augusto buscó puerta sin éxito como Koke el gol olímpico. El corazón se encogía en la grada del Bernabéu en una mala cesión de Danilo a Keylor, que escurría al querer controlar con el pecho.

Se le pedía a Zidane que inventase algo y lo hizo al descanso. Benzema no estaba a tope, recién recuperado de sus molestias en la cadera. Saltaba por los aires el orden por jerarquía y no entraba Jesé. El elegido era Borja Mayoral, la actual perla de la cantera. Un nueve con gol y clase que dejaría máxima entrega en cada acción. A los 48 minutos Cristiano se sintió extrañamente solo dentro del área rival. No lo pensó y chutó cruzado acariciando el poste. La afición madridista se encendía con la lucha con robo de Mayoral pero James no estaba para grandes citas. El partido cerrado comenzaba a abrirse por el ímpetu local. Fue cuando llegó el golpe rojiblanco que hizo tambalearse todo. Un error en la salida de balón provocó el robo, la asistencia de Filipe y el remate abajo de Griezmann para romper su sequía de cinco partidos sin marcar. Referente atlético absoluto, respondió el día señalado.

Los nervios se apoderaban del coliseo blanco, con la paciencia agotada y recuerdos de la inferioridad ante el Barcelona en el otro duelo grande del curso. Surgieron gritos contra el presidente y los jugadores regresaron al atasco y la imprecisión. Un incendio en toda regla.