El Real Madrid es ese gigante que ha conquistado ya 25 Copas del Rey. Pero ayer temió no estar en la final de esta edición. El Laboral Kutxa Baskonia se lo puso muy pero que muy difícil, pero la experiencia blanca emergió en los últimos compases y los de Pablo Laso se aseguraron la lucha por el título. El duelo Bourousis-Rodríguez del último cuarto, de ensueño.

El Baskonia, como su afición, parece de otro planeta. Cuando crees que no va a aparecer o que no tiene su día, engancha un triple tras otro y revive como por arte de magia. Los asistentes al Coliseum pudieron ser ayer testigos de esta reacción. Tras un inicio abrumador del Madrid (2-10), el Laboral Kutxa encontró un atajo hacia la igualada a través de Causeur y Bourousis.

Los chicos de Pablo Laso, los únicos de la Copa que no sufrieron para acceder a semifinales, creyeron que el camino hacia la final iba a ser coser y cantar. Pero el conjunto vasco siempre tiene algo más que decir y no pensaba regalar un premio tan grande como ese.

Le costó el primer cuarto (17-25), quizá porque el arranque madridrista fue demasiado efusivo. Pero una vez se calmaron las cosas, Causeur iluminó a los suyos como si de un faro se tratase. Por si fuera poco el camino recorrido, al Baskonia continuó trepando. No se conformó con nada. Un parcial de 16-2 lo llevó a mandar en el luminoso cuando se anunció el descanso.

Con el tercer cuarto empezaba un partido nuevo. El Madrid sabía que con pasearse no le bastaba, así que decidió reforzar su defensa. Ante esta barrera, el Laboral Kutxa optó por tirar desde fuera. Adams y Tillie tuvieron suerte, pero también Maciulis y Llull. Era un auténtico ir y venir. Y en este tipo de partidos, el rebote siempre es clave. El Madrid capturó seis más que su rival.

También dos hombres destacaron por encima del resto: Bourousis y Sergio Rodríguez, quien volvió a dar el mando del partido a su equipo (65-68). Al Chacho le dio tiempo a lucirse con una tremenda jugada individual que finalizó en triple de Nocioni. Ahí el Madrid encontró el camino para seguir machacando al Baskonia. El base español cedió entonces la canasta a su compañero Sergio Llull, quien metió las cinco finales, dos de ellas desde la línea de 6,75.

Baskonia aguantó sin que le temblase el pulso, pero erró en sus últimas dos posesiones y, como consecuencia, los blancos obtuvieron su hueco en la final copera. Ese Madrid de los récords es imparable, pero también es cierto que es mortal y el Laboral Kutxa lo probó por momentos en esta eliminatoria. Se despide el conjunto vasco con los deberes hechos y sin recompensa, pero arropado por sus seguidores. Parece casi imposible pero hoy, a las 19.00 horas, el espectáculo continúa.

Papeles claros

Herbalife Gran Canaria y Madrid serán los protagonistas de la final de la 80 edición de la Copa, en una final inesperada porque los canarios debutan en estas lides, mientras que los madridistas tendrán la opción de intentar revalidar el título que ya consiguieron en las dos ediciones pasadas.

Los pío-pío se han saltado la lógica en dos ocasiones. Se la saltaron al vencer al Valencia en cuartos de final remontando un partido increíble que acabó con una brillante victoria y también lo hicieron ayer el Bilbao, aunque hay que decir que los canarios partían como ligeros favoritos, por mucho que su entrenador, Aíto García Reneses, intentara afirmar lo contrario.

Otra cosa es que después de ir perdiendo hasta por 19 puntos en la semifinal, supieran de nuevo remontar y acabar venciendo un partido que supone un nuevo hito.

Llegar de novato a una final siempre es un arma de doble filo, porque el cansancio puede pasar factura a un equipo poco acostumbrado a estos esfuerzos y a estas presiones. Y porque puede circular como la pólvora la sensación de que ya han ganado su copa con la clasificación, lo cual es cierto. El Madrid es el favorito y seguro que no caerá en la complacencia. Parece claro para muchos que la final anticipada era contra el Baskonia. Pero ahora tendrá que ganar al Granca.