El Villalonga ganó por 2-0 al Monterrey en un partido sin mucha historia, en el que los locales, jugando a medio gas, superaron a los colistas, los cuales derrocharon ilusión y se defendieron a lo largo de la primera mitad. El cuadro ourensano fue perdiendo fuelle a medida que en el segundo tiempo le fueron cayendo los goles de los locales, que da la sensacion de que están atravesando el clásico bache de juego cuando apenas acaba de pasar la liga por su ecuador.
El partido estuvo controlado en su mayor parte por los muchachos de Antonio, pero su juego careció de la mordiente necesaria para concretar el juego ofensivo. Este se perdió siempre en los pies de Diego Blanco, que se encontraba en cada aproximación al área visitante casi siempre desamparado y solo y en posiciones de fuera de juego, lo que privó a los villalongueses sacar más rendimiento a su juego, que casi siempre languidecía en los pies de los dos centrales visitantates.
Por su parte, los de la comarca de Monterrei derrocharon ilusión e hicieron un trabajo digno de merecer un mejor resultado, aunque carecieron de puntería en los escasos remates de que dispusieron frente al meta Iván Parada.