Manchester siempre fue un centro del fútbol internacional, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los Busby Babes pusieron al Manchester United en el mapa. Sin embargo todo apunta a que a partir de julio la fea ciudad ligada a los orígenes de la industrialización se convertirá en la auténtica capital del balompié. Los ojos de los aficionados de todo el mundo se posarán sobre una urbe que no alcanza el medio millón de habitantes. Y todo ello porque, como parece, los dos principales clubes de Manchester se van a poner a las órdenes de Pep Guardiola y de José Mourinho, las dos grandes divas de los banquillos.

Pep y Mou, Mou y Pep. Representan dos formas enfrentadas de entender el fútbol. Las cotas de fricción alcanzadas durante sus etapas al frente de Barça y Real Madrid llegaron a poner en peligro incluso la convivencia de la Selección Española y crisparon a medio país con el otro medio, como si encabezasen dos formas irreconciliables de ver la vida.

Los seguidores del catalán, en su mayor parte culés, lo fían todo al fútbol de toque y a la elaboración artística, considerando el clásico "patadón pa arriba y a correr" poco menos que una herejía o por lo menos una conducta moralmente incorrecta. Por el contrario los Mourinhistas vieron en el portugués al némesis perfecto para detener al mejor Barça de la historia. Compraron la receta del pragmatismo y se abonaron al "ganar como sea", metiendo presión al rival desde los micrófonos de una sala de prensa o desde una férrea defensa con Pepe como mediocentro encargado de perseguir a Messi por todo el verde.

En la filosofía mourinhista el dispendio económico es lo de menos, la finalidad es ganar, sin tener en cuenta el cómo. Eso sí, los seguidores del técnico de Setúbal siempre echaron en cara a Guardiola su aire de falsa modestia y al Barça su "victimismo" pese a tratarse de una maquinaria de derrochar dinero casi tan engrasada como la que dirige Florentino Pérez.

Sus enfrentamientos dialécticos hicieron que por primera vez las ruedas de prensa posteriores a los partidos levantaran casi tanta expectación como lo que ocurría sobre el césped.

Ya pasaron años y los ecos de aquellos días todavía resuenan. Las redes sociales aun braman cuando el nombre de alguno de los dos entrenadores sale a relucir.

Ahora será la Premier League, y una distancia de muy pocos kilómetros, la que reúna a los considerados dos mejores entrenadores del planeta. Al menos si Pochettino, que está firmando una campaña enorme con el Tottenham, no seduce a los Glazer para que apuesten por él como sustituto de un Louis Van Gaal que, jornada tras jornada, confirma más que ha perdido totalmente el rumbo del United, si es que en alguna ocasión lo ha encontrado en los cerca de dos años que lleva sentado en el banquillo de Old Trafford. Lo que es seguro al cien por cien es que Mou, despedido hace meses por el Chelsea, es el principal candidato en las apuestas para cumplir su sueño de dirigir al United. En la acera de enfrente tendrá a Pep, que ya ha confirmado su viaje a la Premier en cuanto sentencie una Bundesliga cada año más aburrida.

Al igual que con la contratación de futbolistas, las cifras que manejan en estos momentos los equipos ingleses amenazan con dejar a la Liga española también sin los mejores técnicos. Imposible para cualquier equipo español que no se incluya entre los tres grandes competir con clubes de medio pelo de las islas británicas. El Manchester City, sumido desde hace años en una orgía de gastos multimillonarios gracias a los petrodólares, dará una nueva vuelta de tuerca a su proyecto con la llegada de Guardiola. Solo queda por saber si el jeque de turno no se cansará de este capricho una vez que los citizens sumen su primera Champions League. Esa fecha no parece muy lejana.

A partir de julio es muy probable que Pep y Mou coincidan en los mismos restaurantes o en los mismos eventos sociales. Sus gestos serán analizados hasta la saciedad por los tabloides ingleses que, a poco que se parezca su rivalidad a la que mantenían en España, no tendrán problemas para llenar páginas y páginas con polémicas.

Ambos entrenarían en el campeonato con más repercusión del mundo y además en un país acostumbrado a grandes rivalidades en los banquillos. Aunque a decir verdad Mourinho es el factor clave de muchas de las polémicas entre técnicos que se registraron en la Premier en los últimos años. Sus salidas de tono con Arsène Wenger, el míster del Arsenal, son ya una constante. Mucho más intensas fueron incluso las palabras carentes de afecto que se dirigían el portugués y Rafa Benítez cuando el español dirigía al Liverpool. Cada vez que ambos clubes se cruzaban en Champions League saltaban chispas.

Clough y Revie

Pero sin duda la gran batalla de los banquillos del fútbol inglés fue la protagonizada en los años 60 y 70 por Brian Clough y Don Revie. El segundo ligado al mejor Leeds United de la historia y el primero considerado un mito del fútbol tras lograr, entre otras conquistas, que el modesto Nottingham Forest alzase dos veces seguidas la Copa de Europa. No había pelos en la lengua en un fútbol con exceso de barro en las canchas.

El fútbol está a una llamada de los propietarios de los Red Devils para escribir, en una única ciudad, un nuevo capítulo de una de las rivalidades más apasionantes de las últimas décadas.

El marco será una ciudad de mediano tamaño pero con dos de los equipos más ricos, y cuyos presidentes podrán conceder todos los caprichos a sus nuevos entrenadores. Rivalizarán por conquistar el fútbol europeo a corto plazo. Ya tiemblan sus rivales por el desembolso económico que puedan preparar para acaparar el mayor talento posible.