Por si la derrota del Celta no era lo suficientemente dura, quiso el destino que el último de los golpes lo recibiese el equipo de uno de sus exjugadores. Michael Krohn-Dehli, el danés que jugó durante tres temporadas en Vigo y que el pasado verano se marchó al Sevilla en busca de calor y de un contrato más jugoso, se encargó de rubricar la goleada del Sevilla al marcar el cuarto gol al culminar otro contragolpe bien trazado por el Sevilla, pero pésimamente defendido por el Celta. El centrocampista, que había sido uno de los mejores de su equipo, recibió un envío desde la izquierda y cogió con el pie cambiado a toda la defensa viguesa, sobre todo a Jonny que fue incapaz de corregir a tiempo su posición para cortar el envío. Con tiempo para pensar, Krohn trató de ajustar el remate ante Rubén Blanco. No fue el mejor de los disparos, pero a quemarropa al meta gallego no le dio tiempo a atajar el balón. Cuarto gol. En ese momento el danés tuvo un gesto con el que fue su equipo, con quienes fueron sus compañeros. Bajó la cabeza y se dio la vuelta hacia el ce ntro del campo. Apretó los puños en un momento, pero tuvo un respeto que en el fondo no tiene mucha importancia, pero que siempre se agradece. El danés recibió las felicitaciones de sus compañeros sin demasiados aspavientos, un tanto ajeno a lo que estaba sucediendo a su alrededor. Y eso que era uno de los futbolistas más importantes del partido con diferencia. De hecho, el danés es uno de los responsables del evidente cambio que ha dado el Sevilla en los últimos dos meses de competición. Su papel en el equipo es completamente diferente. Cuando el Celta visitó el Pizjuán a comienzos de temporada su papel en el grupo de Emery era poco menos que residual e incluso había quienes comenzaban a criticar la decisión de contratarle. Pero al final ha terminado por hacerse con el sitio que se merece. Lo ha hecho a base de trabajo y de sentido en su fútbol. Ayer Emery le situó en el flanco izquierdo del medio del campo, donde hizo mucho daño a Radoja y a Wass, que sufrieron mucho para detener su producción de juego. Hábil con la pelota, sacrificado sin ella, acabó por imponerse de forma clara en el duelo entre daneses que se vio ayer en el Pizjuán. Y para el final dejó la guinda del gol. Emery le tiene para aprovechar sus piernas, sobre todo cuando el partido está en el tramo final. En eso no ha cambiado mucho con respecto al futbolista que se veía en Vigo que casi siempre acababa mejor los partidos de lo que lo empezaba. Ayer su última galopada en el partido fue para acabar por hundir un poco más las pocas esperanzas que tenía el Celta en esta edición de la Copa del Rey.