El Celta, pese a inclinar muy pronto a su favor el campo con un tempranero golazo de Bongonda, fracasó en su empeño de conservar la quinta plaza con una agónica derrota en el estadio Gran Canaria. Sucumbió el grupo de Berizzo al brutal desgaste de la eliminatoria copera frente al Atlético y, víctima de la perniciosa actuación de un colegiado novato, acabó entregando a Las Palmas, su necesitado rival, tres puntos que le dejan fuera de Europa por primera vez esta temporada. José María Sánchez, árbitro debutante, castigó al Celta con una actuación sonrojante, que desniveló la balanza en favor de su adversario y le hurtó cualquier posibilidad de triunfo. Al más puro estilo pistolero, apretando el gatillo sin inmutarse, el colegiado castigó con penalti una mano involuntaria de Gustavo Cabral y penalizó con una segunda amarilla una caída fortuita de Orellana en el área amarilla que obligó a los celestes a defender el empate en inferioridad numérica en los últimos 16 minutos de partido.

No fue todo. Mal asesorado por uno de sus jueces de línea, Sánchez Martínez sancionó con fuera de juego dos acciones legales del Celta, una a Iago Aspas y otra a Orellana, que habrían dejado a los atacantes célticos mano a mano ante Javi Varas, el portero de la UD Las Palmas. Demasiado castigo para salir adelante en una semana repleta de emociones que el conjunto celeste no ha sabido asimilar del todo.

La manifiesta incompetencia del árbitro no maquilla el mal partido del Celta, irreconocible durante buena parte del choque. El equipo de Berizzo abusó del pelotazo a la espalda de las defensa contraria y pagó elevada factura por ceder la pelota y la iniciativa al rival en un partido de ida y vuelta en la que el balón y la iniciativa estuvo casi siempre del lado del conjunto canaria. Sin la pelota en su poder, el Celta fue un equipo casi vulgar, demasiado previsible como para hacer daño a un adversario más motivado, que necesitaba ganar para abandonar los puestos de descenso. Quizá porque la Liga es su única prioridad, Las Palmas canalizó mejor su frustración por su eliminación en los cuartos de final de la Copa que el Celta su complacencia por el pase a semifinales.

Y eso que el conjunto celeste se las prometía muy felices cuando Bongonda abrió el marcador a los cuatro minutos de que el balón echase a rodar. El belga, una de las novedades en las moderadas rotaciones anunciadas por Berizzo, recogió por el carril izquierdo un servicio en largo de Cabral, ganó el área colándose entre David Simón y Aythami, y cruzó la pelota con un perfecto disparo a media altura que hizo inútil la estirada de Javi Varas. El latigazo del joven extremo belga hizo mella en la zaga canaria, que vivió momentos de desconcierto que el equipo de Berizzo estuvo punto de aprovechar. Orellana no tardó en cortejar el gol con un disparo envenenado que se perdió por encima el travesaño tras pegar en un defensor.

Nada hacía presagiar que el Celta iba a generar en los primeros diez minutos más peligro en el resto del partido, pero lo cierto es que el conjunto canario se rehizo del apuro y, poco a poco, pero con firmeza, fue ganando presencia en el partido.

No es Las Palmas un equipo al que le guste encerrarse. El conjunto de Setién se siente cómodo con la pelota y sabe darle utilidad, especialmente si se le dan metros para jugarla. Los celestes trataron entonces de sacar provecho de los pases en largo a la espalda de la adelantada defensa canaria, pero cuando consiguieron con desarbolarla se toparon con el línea, que impidió primero a Iago Aspas y algo más tarde a Orellana situarse frente a frente con Javi Varas. El moañés tuvo otra buena ocasión desde el punto de penalti tras una inteligente jugada individual de Jonny pero le pegó flojo y la pelota llegó mansamente a las manos del portero.

Cada error de los célticos hizo crecer al adversario, que comenzó a generar peligro. Viera y Tana probaron sin éxito fortuna desde lejos y, cumplida la media hora, William José hizo tambalearse al Celta con un misil al larguero desde 30 metros que a punto estuvo de desarmar la portería.

En medio del intercambio de golpes, con el rival cada vez más crecido y el árbitro repartiendo tarjetas casi en cada falta, se produjo la jugada clave del partido. Un balón colgado al área celeste le pegó involuntariamente en la mano a Cabral y, a instancias del línea, el árbitro, sin pensárselo dos veces, señaló el punto de fatídico. Viera ejecutó la pena con frialdad y Orellana , que protestó la injusticia, se llevó la primera tarjeta.

Para entonces el partido se había inclinado ya a favor de Las Palmas, que aprovechaba los desajustes en la presión del Celta para gobernar la pelota. Un dominio yermo, sin filo, que sin embargo fue minando poco a poco las opciones de un equipo celeste. Éste fue el guión del partido tras el descanso, cuando Las Palmas dio otro paso al frente en busca de la victoria y los célticos daban cada vez mayores síntomas de fatiga.

Berizzo trató de ponerle remedio reforzando el centro del campo con Wass, que relevó al desconectado Beauvue, y apostó por refrescar el ataque dando entrada a Guidetti por Aspas. La estrategia del Toto se desmoronó, sin embargo, con la expulsión por segunda amarilla de Orellana en una caída sin malicia en el área que dejó al Celta uno menos y casi 20 minutos por delante. Tan flagrante error del árbitro que convirtió el final del partido en un fallido ejercicio de supervivencia para el Celta. Y William José, a dos minutos del final, aprovechó un error defensivo de Jonny para superar en la salida en falso de Sergio y desalojar al Celta de Europa por primera vez en 22 jornadas.