Nada cambió desde las pasadas Finales de la NBA en el Quicken Loans Arena, de Cleveland, a la llegada de los Warriors de Golden State que con Stephen Curry volvieron a dar una exhibición de juego individual y de equipo ante LeBron James y los Cavaliers a los que ganaron por paliza de 98-132.

El mismo escenario y los mismos protagonistas del pasado verano cuando los Warriors y Curry dejaron bien claro que son el mejor equipo de la NBA y también el mejor jugador del momento.

El propio Curry se aventuró a adelantar que esperaba que el vestuario del equipo visitante del Quicken Loans Stadium mantuviese todavía el olor al champán que utilizaron el pasado verano para celebrar el título de campeones, el primero que lograron desde 1975.

Esta vez no hubo champán para celebrar, pero si la misma alegría y a Curry como líder indiscutible del ataque arrollador de los Warrriors al aportar 35 puntos, incluidos siete triples, en solo tres cuarto de partido que estuvo en el campo.