Dividir los encuentros en cuartos y obligar a que jueguen todos los inscritos al menos uno de ellos ha sido un acierto. El Matamá plantó cara al Celta en benjamines y firmó un 0-0 en el primer cuarto, que otorgaba un punto a cada equipo; el segundo tramo iba por el mismo camino, pero el Celta resolvió y se puso 3 puntos a 1. Su adversario se defendió con orden y se atrevió a irse al ataque en el tercer cuarto, pero con el Celta ya por delante en puntuación, la final no se le escapó (6 puntos a 2 y un marcador de 3-0). El Celta ganaba un título que ya fue suyo en 2013.