El deporte rey es un negocio dominado por la ley del más fuerte y en el que quien está en el lugar más alto de la cadena alimentaria se nutre del resto. En este sistema feroz y voraz, el Celta se sitúa más o menos en medio de la pirámide. Las garras del club vigués se extienden principalmente a nivel gallego. La cantera celeste se alimenta de los jóvenes talentos que despuntan a nivel autonómico, que en ocasiones, todavía siendo niños, dejan los equipos donde han arrancado su formación para imbuirse de la filosofía de A Madroa. La dirección deportiva del Celta también suele acudir al mercado negro, sitio donde los buenos ojeadores pueden conseguir verdaderas joyas de estraperlo. En la actual plantilla de Berizzo hay numerosos ejemplos: Wass, Bongonda, Pablo Hernández, Orellana, Drazic, Cabral, Señé€ Y algunos de estos futbolistas, como son los casos de Augusto Fernández o Nolito, acaban despertando el interés de algún poderoso.

A pesar de ocupar la cuarta plaza de la clasificación de Primera, el Celta no pertenece a la aristocracia de la Liga. Los vigueses son unos obreros que han empezado a llamar la atención entre la clase noble. Y es precisamente por eso que el Atlético de Madrid y el Barcelona, varias posiciones por encima del conjunto celeste en la cadena alimentaria, quieren para sí mismos un pedazo de este Celta. El fútbol se rige por las mismas leyes que el mar, donde un pez más grande devora al pequeño y este a su vez sirve como sustento para otro de mayor tamaño. Los grandes clubes siempre llaman a la puerta con su chequera llena de billetes y un maletín cargado de promesas. El club pequeño, en este caso el Celta, ha de claudicar. Si este enero el Barça o el Atleti pagan por Nolito y por Augusto respectivamente y uno o ambos jugadores optan por seguir su carrera lejos de Vigo, la afición celtiña tendrá que despedirse, una vez más, de dos futbolistas que han sido los favoritos de Balaídos.

Pero la casi irremediable salida de Augusto al club colchonero, que ya está prácticamente cerrada; o la posible marcha de Nolito rumbo al Barcelona, no serían las únicas despedidas con sabor amargo para una hinchada acostumbrada a los placeres efímeros. Durante los últimos 20 años, que coinciden con la época dorada del EuroCelta, con dos ascensos y con el fútbol de salón del Celta de Luis Enrique y Berizzo; desde Balaídos se ha dicho adiós a muchos ídolos que, con mayor o menor fortuna, buscaron triunfar lejos de Vigo.

Una de las salidas que más escoció fue la de Michel Salgado. El Real Madrid de Lorenzo Sanz llegó en el verano de 1999 y se llevó al canterano justo después de que toda una generación de celtistas hubiesen serigrafiado su camiseta con el dorsal número 2 del de As Neves. Un año después, regresó el Madrid, pero esta vez acompañado del Barcelona y del Fenerbahçe, para apropiarse de Makélélé, Dutruel y Revivo. Este Celta para la historia terminó de desguazarse tras el adiós de Valeri Karpin y Alexander Mostovoi, que salieron por la puerta de atrás rumbo a la Real Sociedad y el Alavés.

Durante la etapa de transición del EuroCelta al actual y la travesía por Segunda División, a muchos celtistas se les hizo un nudo en la garganta al perder a Gustavo López en el 2007 o a Pinto en el 2008. El primero se marchó a terminar su carrera en el Cádiz después de que la directiva no le renovase y el segundo, capitán y Zamora de la Liga en la temporada 05/06, se fue al Barcelona, donde lo ganó todo casi siempre a la sombra de Víctor Valdés.

Dos pesos pesados durante la etapa del Celta en la división de plata se bajaron del barco antes del ascenso. Trashorras y Michu recibieron la oferta del Rayo Vallecano para jugar en Primera e hicieron las maletas en el verano de 2011. Ya en Primera, la afición lloró la salida de Iago Aspas hacia Liverpool -aunque este año ha podido celebrar su regreso-, y este verano asistieron atónitos al fichaje de Santi Mina por el Valencia y con resignación a la marcha de Krohn-Dehli rumbo a Sevilla.

Las despedidas siempre duelen, pero el celtismo ya tiene callo. Presumiblemente Augusto Fernández ya no vestirá de celeste en 2016 y el culebrón del Barcelona con Nolito tendrá a la afición en vilo hasta el 31 de enero; pero está comprobado que la familia celeste es capaz de sobreponerse a la partida de quienes han sido adorados por Balaídos.