Los reyes célticos llegan por anticipado. Eduardo Berizzo, Iago Aspas y Daniel Wass firmaron ayer autógrafos en la planta sexta de El Corte Inglés. Hora y media de ajetreo constante, entre las 18.30 y las 20.00 horas. Alrededor de 350 aficionados, mayormente niños, pudieron conocer a sus ídolos.

El Celta y los grandes almacenes organizan estas sesiones justo antes de que se intensifique la campaña navideña. Nolito, Larrivey y también Berizzo protagonizaron la del año pasado. Al entrenador se le ve suelto en estas lides. Se mueve con comodidad entre los más pequeños. "Vamos, vamos, avanti", ordena gestionando la larga cola, atento a los detalles, como en un entrenamiento. "¿Son buenas las notas? Entonces te firmo otra foto", le dice a un pequeño. El entrenador marca el ritmo. El club proporciona cintas y fotografías gratuitas. Los aficionados traen camisetas, bufandas y pantalones para firmar. Y se busca la fotografía con los tres a la vez o con cada uno; con ayudante o en versión selfie. Dos chicas posan besuqueándole las mejillas a Wass. El danés chapurrea algo en español. Con Aspas intercambia palabras sueltas en inglés. Con Berizzo, en francés, como cuando pregunta intrigado por una camiseta antigua, de Li-Ning. "Chino", le explica Berizzo, aunque dubitativo: "Era chino, ¿no?".

Iago Aspas también ha ganado soltura con los años en el escenario social. "Cuidado con la cabeza", le dice a una niña que se ha agachado bajo la mesa de cristal. Aspas se muestra especialmente cariñoso con los más pequeños. Descubre que uno de ellos, Xaquín, es de una parroquia moañesa. "Yo vivo cerca de ahí", le dice. Xaquín abunda en referentes: "Me gustan Cabral, Augusto, Was... Y Iago, claro".

Javi ha ido al Corte con sus hijos Xian, Yoel y Chloe. Todos celtistas. El padre se confiesa adepto de Berizzo. "Este ano estánse saíndo a tope. Non é só o xogo, é a actitude, os rapaces, o mister, o ambiente... Pero con humildade", advierte.

El padre de Carla piensa lo mismo: "Estamos muy ilusionados. Pero con los pies en el suelo". Carla tiene pocos meses de vida. Abre los ojos con extrañeza cuando la depositan en brazos de Berizzo para retratarla, todavía ajena al celtismo que le llega en herencia, aunque pronto lo sabrá: "Al último partido de la temporada, si ya es capaz de andar, la llevaré".