A perro flaco todo son pulgas. El aforismo define, bien a las claras, la precaria situación de la defensa del Celta, lastrada por las recientes lesiones musculares sufridas por Andreu Fontás y Sergi Gómez y agravada tras el último partido disputado en el Benito Villamarín por la expulsión con roja directa de Jonny, que deberá cumplir sanción el próximo sábado ante el Espanyol (Balaídos, 18.15 horas).

El problema no es ya que el técnico, Eduardo Berizzo, tenga lesionados a dos de sus tres defensas centrales ni que solo disponga de tres zagueros del primer equipo para recomponer la situación, sino que el técnico tampoco tiene a su disposición algunas de las alternativas que barajaba para tapar huecos en la eje zaga, como el serbio Nemanja Radoja, también lesionado. Y ni a Radoja, ni a Sergi ni a Fontás se les espera inmediatamente.

El pivote balcánico iniciará mañana en Vigo la rehabilitación de su lesión después de ser operado la pasada semana de una hernia inguinal en Múnich y estará unas tres semanas de baja, con lo que, en el mejor de los escenarios, podría reaparecer frente al Athletic Club en el último partido del año, el próximo 30 de diciembre. Hacia mediados de enero próximo, en el mejor de los casos, está prevista la vuelta de Andreu Fontás, que arrastra desde comienzos de curso problemas una latosa tendosinovitis aquílea que le mantendrá también fuera de juego entre seis y ocho semanas.

Aunque menos grave, la lesión de Sergi Gómez, a quien se acaba de detectar una leve rotura muscular en el sóleo de la pierna izquierda, es también todo un contratiempo para Berizzo, que no podrá contar con el barcelonés para el próximo duelo ante el Espanyol ni tampoco para el segundo asalto de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey que la próxima semana enfrentará al cuadro celeste contra el Almería en Balaídos.

Pero en el horizonte inmediato, el preparador céltico cuenta para recibir el sábado al Espanyol con las bajas de Sergi, Fontás, Jonny y Radoja, aunque al menos recupera a Pablo Hernández, uno de los referentes del medio campo, suspendido en el último partido por acumulación de cinco amonestaciones.

Con semejantes premisas, Berizzo se verá obligado a tirar de imaginación para formar una defensa de garantías ante los pericos en un partido importante para los célticos, que aspiran a consolidar en este exigente mes de diciembre, su posición en puestos de Liga de Campeones.

Las alternativas del técnico no son, en todo caso, demasiado amplias. Una de ellas, es tirar de cantera, lo que significa echar mano de Diego Alende, el joven central del Celta B. Esta opción fue ya la preferida por Berizzo el sábado en el Benito Villamarín después de que Jonny tuviese que enfilar prematuramente el camino de la ducha.

La cuestión es si Berizzo volverá a confiar en un chico tan joven e inexperto, que ante el Betis tuvo que salir al campo en un momento verdaderamente comprometido y al que se vio en algunos momentos superado por las circunstancias.

La idea de recurrir al filial en este tipo de situaciones obedece a la política de cantera implantada por el club, que precisamente ha decidido apostar por una plantilla corta de efectivos para no cerrar el paso al primera equipo a los jugadores de la casa.

Pese a ello, Eduardo Berizzo dispone en el primer equipo de dos o tres alternativas a Jonny, mudando jugadores de posición. La más plausible está en el misma defensa, desplazando a Hugo Mallo del lateral derecho al eje de la línea. Este movimiento, que Berizzo ya utilizó brevemente durante la última visita del Real Madrid a Balaídos, llevaría aparejado formar con Daniel Wass como lateral derecho, una posición que no es en absoluto extraña al internacional danés y en la que ha ofrecido ya un buen rendimiento esta temporada. El técnico céltico cuenta también con la posibilidad, menos probable, de retrasar de posición al canterano Borja Fernández o incluso a Pablo Hernández, aunque esta última opción se antoja más remota.