El derbi entre Celta B y Pontevedra se saldó con empate (1-1), resultado que seguramente no deje completamente contento a ninguno de los dos equipos pero que tampoco les disgusta. Porque tanto locales como visitantes se mostraron mucho respeto, especialmente en una sosa y aburrida primera parte, evidenciando que estaban mucho más preocupados por no perder que por ganar. El tanto de Guille Andrés invitó durante unos instantes a pensar en la posibilidad de que el Celta B sumase su cuarto triunfo consecutivo en Barreiro, continuando así con su línea de ganar en casa lo que pierde luego fuera para mantenerse en la zona peligrosa de la tabla clasificatoria. Sin embargo, la alegría duró poco ya que no tardó demasiado en llegar el empate de Mouriño para permitir al Pontevedra sumar un nuevo punto para continuar en la lucha por los puestos de ascenso.

Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron una completa demostración de que ninguno de los dos técnicos estaba dispuesto a asumir riesgos excesivos. Por eso, el partido respondió al guion habitual de un enfrenamiento de máxima rivalidad, con mucha tensión e intensidad pero con ambos guardametas como meros observadores del juego. De hecho, las únicas acciones ligeramente reseñables en esa primera mitad fueron un par de faltas lejanas que Mouriño estrelló en la barrera céltica y una combinación entre Guille Andrés y Borja Iglesias en la que Edu, muy rápido, se anticipó a la llegada del mediapunta del Celta B.

La reanudación mostró a un filial céltico algo más ambicioso, intentando y logrando hacerse con el control del partido. El Pontevedra, además, no discutía el papel en exceso y confiaba en su posibilidad de cazar algún contragolpe para castigar al equipo vigués.

Fruto de esa mejora del conjunto de Torres Gómez llegó el tanto que abrió el marcador. Borja Iglesias recuperó la pelota en una zona peligrosa y se sacó de la manga un peligroso pase en profundidad para Franco Fragapane. Éste, ante la salida desesperada de Edu, tiró de generosidad y cedió el balón para que Guille Andrés marcase a portería vacía.

Sin embargo, el gol tuvo el efecto contrario a lo que cabría esperar y no reafirmó el dominio del Celta B. Todo lo contrario. Los vigueses dieron un paso atrás, cediendo ahora la iniciativa al Pontevedra.

Luisito se vio obligado a buscar nuevas soluciones para intentar dotar a su equipo de la mordiente ofensiva de la que había adolecido hasta ese instante. Con esa idea apostó por dar entrada a Anxo en sustitución de Pablo, lo que supuso también que Kevin Presa retrasase su posición al centro de la defensa, junto a Campillo.

La variación no tardó mucho en dar sus frutos porque Anxo fue el protagonista absoluto del tanto del empate al firmar una gran internada por la banda izquierda y poner un peligrosísimo balón al punto de penalti que Pablo Carnero dejó de cara para la llegada de Mouriño. Su disparo, tras rebotar en un defensa y despistar a Iván Villar, devolvía la igualada al marcador (1-1, min.70).

El encuentro había cambiado radicalmente con los cambios. El Celta B era ahora el que se defendía, esperando su ocasión al contragolpe. El Pontevedra, por su parte empezaba a tener el balón y a sentirse cómodo con la posesión pero sin inquietar tampoco demasiado la portería defendida por Iván Villar.

La balanza estuvo a punto de inclinarse del lado vigués en un balón suelto en el punto de penalti que Jordan remató fuera, en el minuto 73.

Quedaban todavía veinte por delante para la conclusión de un choque que mantuvo la intensidad y la incertidumbre por el resultado pero en el que ya no hubo nada más reseñable. Ni Celta B ni Pontevedra querían perder. Y lo consiguieron.