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La primera encrucijada del Celta

La derrota en el derbi gallego, la segunda consecutiva en la Liga, descubre errores defensivos y menor presencia en ataque

Nolito, Wass y Pablo Hernández, el derbi gallego // José Lores

La derrota sufrida el sábado en el Riazor ha dejado al descubierto la cara menos amable del Celta, que encadena dos jornadas consecutivas sin sumar y ha perdido su condición de invicto lejos de Balaídos en un aciago mes de noviembre que todavía podría envenenarse, si el conjunto de Berizzo no reacciona venciendo el próximo sábado al Sporting de Gijón.

Al margen de las dificultades mostradas para competir en el derbi, un duelo singular, diferente a cualquier otro y casi siempre impredecible, lo cierto es que la propuesta futbolística que tantos elogios le ha valido al grupo de Berizzo ha ido perdiendo eficacia en las últimas jornadas. Así lo atestiguan los números -solo tres puntos de los últimos doce en juego han subido al casillero- pero sobre todo los problemas que el equipo celeste ha tenido últimamente para sacar adelante los partidos.

La primera crisis de resultados ha llegado -lo impensable sería que el Celta fuese capaz de sostener mucho más tiempo el vertiginoso ritmo de puntuación de las diez primeras jornadas- y la cuestión es si va o no a durar.

Doce goles en 4 partidos

Uno de los principales problemas del Celta en este último mes ha estado en la defensa, la línea más desguarnecida de la plantilla en número de efectivos. Los doce goles recibidos en los cuatro últimos compromisos ligueros (Real Madrid, Real Sociedad, Valencia y Deportivo) arrojan un promedio demasiado elevado para cualquier equipo. Aunque la media de goles encajados la eleva muy considerablemente la engañosa goleada encajada frente al Valencia hace quince días en Balaídos, a nadie se escapa el hecho de que el Celta ha cometido últimamente errores defensivos muy evidentes por los que ha pagado un elevado peaje.

A este respecto resulta significativo que los mayores problemas defensivos del equipo hayan coincidido con la ausencia de Gustavo Cabral, suspendido por tres encuentros por supuesto menosprecio al árbitro. Sin Cabral en el campo el Celta ha recibido nueve goles en tres partidos; con él sobre el césped la defensa ha funcionado como una máquina perfectamente engrasada, tanto cuando el argentino ha formado pareja con Sergi en el eje de la línea como cuando ha tenido como socio a Andreu Fontás. El bajo momento de forma de este último, que no acaba de superar sus problemas en el tendón de Aquiles y ha vuelto a recaer en la lesión, ha influido seguramente en la pérdida de rigor defensivo del equipo, aunque también los laterales han cometido errores de bulto.

A las inseguridades mostradas últimamente se suma un problema de número, pues Berizzo maneja apenas tres laterales y tres centrales específicos para cubrir todas las contingencias que puedan producirse a lo largo el curso en la defensa. Y lo de Fontás, que ha recaído a la primera de cambio de una lesión complicada, no tiene buena muy pinta. Pero además, Berizzo tampoco podrá disponer por un tiempo de Nemanja Radoja, una de las opciones que el técnico barajaba para cubrir una baja en el eje de la zaga, que estará entre cuatro y cinco semanas de baja (tres a partir de la fecha de su operación) por causa de una hernia inguinal.

Menos disparos a puerta

Sería ingenuo reducir las dificultades que últimamente han acompañado al Celta un problema estrictamente defensivo porque el medio campo y la defensa tampoco han funcionado igual que en las jornadas precedentes. Hasta el derbi el pasado sábado, el promedio de lanzamientos del Celta contra el marco rival era de 16 por encuentro; ante el Deportivo no pasó de seis (incluido un penalti) y ninguno llevaba veneno. Tampoco frente al Valencia afinó el Celta su puntería, pese al gol injustificadamente anulado a Daniel Wass. El hecho es que la producción goleadora del Celta se ha resentido claramente en los dos últimos partidos.

La conexión banda a banda entre Nolito y Orellana ha caído en desuso y la aportación del medio campo en el control del juego ha perdido influencia. El rendimiento de Wass y Augusto ha bajado y solo Pablo Hernández parece mantenerse últimamente a la altura de las circunstancias. La intensidad del juego, especialmente a la hora de presionar en campo contrario, también ha disminuido, no así la actitud del equipo, que incluso en las más adversas circunstancias ha sido encomiable. Si de algo puede presumir el Celta, incluso en el pasado derbi, es de no haberse rendido nunca.

El problema del banquillo

En Riazor, por segunda vez esta temporada, Berizzo no agotó los cambios. Aunque el técnico suele ser partidario de mover tarde el banquillo -Guidetti seguramente puede atestiguarlo- la decisión de no hacerlo en el derbi denota cierta reserva del técnico hacia sus suplentes. Una reserva en buena medida justificada por la enorme diferencia que existe, hoy por hoy, en el Celta entre titulares y los suplentes.

Si al entrenador celeste le cuesta tanto retirar del campo a gente como Nolito u Orellana es porque es consciente de que sus sustitutos difícilmente pueden acercarse a lo que le ofrecen Orellana y Nolito incluso en una mala tarde, pues tanto Theo Bondonga como Dejan Drazic son, en buena medida, futbolistas en desarrollo. Tampoco Madinda ni Señé, a juzgar por nulo protagonismo que les ha concedido hasta la fecha, parecen estar a la altura de las exigencias del preparador argentino.

La diferencia de calidad afecta menos a la defensa, donde las fuerzas entre titulares y suplentes parecen estar más niveladas. Por razones obvias de falta de efectivos Berizzo ha ido dando protagonismo primero a Sergi Gómez, que recogido el guante hasta el punto de convertirse en la mejor noticia de la defensa celeste en el último mes de competición, luego al renqueante Fontás, que tuvo que volver, seguramente de forma apresurada después de su lesión, y también a Planas que ha tenido un partido como titular y algunos minutos como suplente y volverá al once el próximo sábado ante el Sporting por sanción de Jonny.

El factor psicológico

Las derrotas en los derbis acostumbran a dejar secuelas y la de Riazor le ha llegado al Celta en un momento psicológico complicado, pues fue a estas alturas de curso cuando el equipo entró en barrena hace un año con una inexplicable racha de diez encuentros sin ganar que a punto estuvo de llevarse por delante a Berizzo. Los jugadores aseguran que han aprendido de aquella experiencia tan negativa, pero tras encadenar dos derrotas urge volver a ganar para evitar que la situación se envenene. El partido frente al Sporting marcará tendencia.

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