A estas alturas de curso resulta imposible adivinar dónde está el techo de este Celta, pero el formidable primer cuarto de la temporada firmado por el conjunto de Eduardo Berizzo invita como nunca al optimismo. Diez jornadas de Liga han bastado al equipo celeste para igualar su mejor arranque histórico, el protagonizado por Javier Irureta en el curso 1997-98, y hacerse con la mitad de los puntos que garantizan continuidad en Primera División, el objetivo fijado de partida por el club. Pero, con 14 puntos de ventaja sobre los puestos de descenso, la permanencia parece, hoy por hoy, un objetivo demasiado conformista. La inminente visita del Valencia marcará tendencia.

Aunque de puertas afuera en el vestuario de A Madroa se insiste en el discurso de competir al máximo para ganar cada partido hasta que los 42 puntos sean una realidad tangible, la sensación generalizada es que este Celta está construido para metas mayores. Las señales son tan numerosas como evidentes: el grupo de Berizzo es el único que ha sido capaz de sostener el ritmo del Madrid y el Barcelona en el arranque de curso, los celestes son terceros y después de disputarse un cuarto de la competición nunca han abandonado los puestos de Liga de Campeones y, quizá lo más significativo, el colchón frente al séptimo clasificado, el equipo que marca el horizonte europeo, es de seis puntos después de haberse enfrentado (y vencido) a la mayoría de los pesos pesados del campeonato (Sevilla, Villarreal, Barcelona) y ceder su única derrota frente al Real Madrid.

El séptimo clasificado es precisamente el Valencia, próximo rival de los célticos en Balaídos en un choque que va a suponer todo un punto de inflexión para los celestes, que tienen la oportunidad de abrir brecha en la lucha por Europa frente a un rival que multiplica por diez sus recursos económicos y que siempre ha sido problemático en Balaídos, donde ha puntuado en siete de sus últimas diez visitas.

El choque ante el conjunto de Nuno Espíritu Santo llega en un momento psicológico especialmente importante, pues fue justo en la undécima jornada cuando el Celta entró en barrena el pasado curso con una racha de diez encuentros sin ganar (ocho derrotas y apenas dos empates) que estuvo cerca de llevarse por delante a Berizzo.

Los célticos no creen que semejante caída pueda repetirse este curso. Al menos no hablan de ello en el vestuario tal como reconocía ayer el delantero Iago Aspas. "No hemos hablado de eso. Lo hablé yo un día con uno de los masajistas en esas horas que pasas muertas durante los viajes, pero nada más", apuntó el delantero moañés, que no ve síntomas de debilidad en el grupo. "El equipo está en un pico de forma física muy bueno, nunca deja desfallecer los partidos y siempre lucha hasta el final. Contra el Real Madrid morimos matando, ante el Villarreal lo intentamos hasta el final y este último partido tuvimos dos o tres ocasiones intentándolo hasta el final", dijo. "Estamos en un buen momento de forma y espero que no llegue el bajón, como nos pasó el año pasado, y sigamos como hasta ahora", agregó.

Lo sucedido el pasado curso merece, en todo caso, una llamada de atención, no en vano aquel Celta sumaba solo dos puntos menos que ahora, había perdido también un solo partido (ante el Villarreal) y entró en caída libre en su mejor momento, justo después de conquistar por primera vez el Camp Nou en un partido de Liga.

Claro que aquel primer Celta de Berizzo marchaba en la décima jornada sexto, se había enfrentado a rivales de menor fuste y la distancia con la séptima plaza, que entonces ocupaba el Málaga, era de un solo punto.

El duelo del Valencia representa también para el Celta el desafío de aproximar su rendimiento en casa al que el equipo mantiene lejos de Balaídos, donde ha sumado 13 de los 21 puntos que adornan su casillero. Los célticos han obtenido a domicilio imponente saldo de cuatro victorias (Levante, Sevilla, Villarreal y Real Sociedad) y un empate (Eibar) que le ha reportado cinco puntos más de los que han logrado en Vigo, donde suman dos contundentes triunfos (Rayo Vallecano y Barcelona), dos empates (Las Palmas y Getafe) y una derrota (Real Madrid). Al igual que el pasado curso, el Celta se ha sentido más cómodo frente a los grandes equipos del campeonato que frente a los de la zona media-baja, pues se dejó remontar dos goles frente a los canarios en superioridad numérica y no pasó del empate sin goles frente a a los azulones en el único partido de este curso que se ha quedado sin anotar.