"Si monto un circo, me crecen los enanos", dice Jabato y aun añade: "Y los payasos hacen llorar a los niños". El Academia Octavio vive un terrible inicio de temporada. Encadena cinco derrotas consecutivas, con la eliminación copera sumada a las cuatro de Liga. Toni Corcera y Óscar Silva se han lesionado. Los árbitros añaden más lastre. Y la escuadra, aunque defiende mejor que la pasada campaña, ha perdido aquella frescura goleadora. "Es un expediente X", insiste Jabato, convencido sin embargo de que remontarán el vuelo. "Tenemos que seguir creyendo en aquello que nos hizo fuertes", propone de cara a una visita este sábado al Amenabar que puede marcar el devenir a corto plazo de la escuadra.

La derrota copera en Ciudad Real no amarga tanto. Cayeron por 24-23, con un gol manchego reconocido por muchos locales como ilegal. "He vuelto enfadado con las decisiones arbitrales, pero contento porque competimos bien. Al equipo le pedía buenas sensaciones y me las ha dado".

La Copa del Rey estorba, en realidad. Distrae energías y más en una escuadra en crisis y golpeada por las lesiones. La luxación de hombro de Corcera, aunque un secundario valioso, se digiere bien. Quedan Quintas y Bernárdez en el pivote. La fractura de mandíbula de Silva ataca a la línea de flotación. El primera línea vigués iba a ritmo de ocho goles por partido, los que hizo a Covadonga, Valladolid y Zamora. Solo ante el Alarcos, en Navia, flaqueó (un gol). Era el principal sostén de un Octavio que anda corto en producción anotadora.

El partido copero fue el primer examen sin Silva. Jabato repartió minutos entre todos los jugadores, incluso los menos habituales. El extremo derecho Ángel Iglesias se destapó, con ocho tantos. "Lloria y Veiga estuvieron bien en la portería. Pudimos contragolpear", explica el técnico. Esa será una de las armas a explorar para sobrevivir a la baja durante dos meses del mejor artillero vigués.

Conviene también encontrar más a la segunda línea, tanto extremos como el pivote, en los ataques estáticos. "Nos está costando, igual que el año pasado", admite Jabato. "Trabajamos situaciones en los entrenamientos para que después los jugadores sean capaces de leerlas en los partidos. Hablamos de chicos que están en torno a los 19 años, en fase de aprendizaje". A Jabato casi le preocupa más aquello que sí fluía en el anterior ejercicio y ahora no: "Perdemos balones, la situación nos provoca cierta ansiedad y estamos fallando en las transiciones rápidas".

Esa primera oleada del ataque es la especialidad académica. Silva la interpretaba bien. Es, además, de los pocos que rinden igual en ambos campos. Jabato, para que el equipo pueda correr, necesita reducir los cambios ataque-defensa. Todo se complica.

La pizarra le ofrece algunas alternativas, como que Hermida, acostumbrado al extremo derecho, regrese al lateral, que ocupó en tiempos de Quique Domínguez, aunque sea de forma puntual durante los encuentros. Jabato dará mayor protagonismo a Andrés Piñeiro, que puede jugar de central liberando a Méndez al lateral. Y acepta que Gayoso, aunque todavía verde, es el sustituto natural de Silva. Irá probando diferentes teclas "para evitar que la defensa rival se acomode". En general, el técnico revela la mejor receta: "Que todo el mundo aporte un poco más".

Porque todos serán necesarios el próximo domingo, a las 12.30 horas, en Zarautz. El Amenabar y el Octavio son dos de los cuatro equipos que todavía no han puntuado en División de Honor B, junto a Alcobendas y Nava. La victoria contribuiría a aligerar a los vigueses de la tensión del mal arranque. La derrota acentuaría esta fase depresiva. Jabato apuesta por el éxito, aunque advierte: "Somos conscientes de que será un partido complicado. Es un pabellón pequeño, al que acuden muchos aficionados. El año pasado nos costó ganar allí y vamos a tener que sufrir y sudar".