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Una referencia para "El Tucu"

El brasileño Baltazar tampoco se ganó el apoyo del celtismo al llegar a Vigo, pero al año siguiente fue el artífice del ascenso

Baltazar en un entrenamiento en Balaidos // Cameselle

El fútbol está plagado de ejemplos de jugadores que tras las críticas acabaron ganándose el favor de su afición. Pedro Pablo Hernández (San Miguel de Tucumán, Argentina, 24 de octubre de 1986) vive en Vigo una situación parecida a la de Baltazar. El delantero brasileño pasó un año horrible tras firmar por el Celta en 1985. El club llegó a declararlo transferible.

Él futbolista de Goiania había aceptado la oferta del equipo vigués tras lograr la Bota de Oro de Brasil. Se buscaba un goleador contrastado. Su temporada de debut en Balaídos fue desafortunada: anotó 6 goles y el equipo acabó descendiendo a Segunda División.

Al año siguente, con Colin Addison como técnico, el delantero brasileño recuperó la pegada y fue el artífice del ascendo del Celta a la máxima categoría. Baltazar Maria de Morais Júnior marcó 34 de los 71 goles con los que el conjunto celeste se ganó una plaza de ascenso. Uno de esos tantos lo consiguió de penalti en el partido de play-off celebrado en Riazor, ante el eterno rival.

Con una velocidad endiablada en los contraataques y un buen remate con ambas piernas y con la cabeza, Baltazar comenzó a llamar a atención de importantes clubes, mientras el celtismo se rendía a la calidad del delantero brasileño.

El idilio fue tan efímero como la etapa de críticas al futbolista que representaba a los denominados "atletas de Cristo".

En la temporada 1988/1989, Baltzar dejó la ciudad que tanto le costó conquistar y se marchó al Atlético de Madrid, con el que acabó convirtiéndose la temporada siguiente en el máximo goleador de Primera División. Ese curso, el brasileño marcó 35 goles, proclamándose además Bota de Bronce europeo. Fue convocado por la selección brasileña, con la que ganaría la Copa América de 1989.

Casi tres décadas después viajaba a Vigo el internacional chileno Pablo Hernández. El Celta desembolsó alrededor de 1,5 millones de euros por el centrocampista que había contribuido a convirtir en campeón de Liga al modesto O'Higgins. El Tucu llegaba avalado por quien había sido su entrenador en los últimos años, Eduardo Berizzo, y que lo seguiría siendo en Vigo.

El futbolista argentino nacionalizado chileno reconocería que los problemas físicos que tuvo durante la pretemporada retrasaron su proceso de adaptación a un fútbol español que se jugaba a un mayor ritmo de lo que él estaba acostumbrado.

"Como le dije a un colega, yo no soy ni Messi ni Cristiano Ronaldo, no sé qué esperan ver. En mi posición uno trata de jugar y de hacer jugar al equipo. Yo me siento bien, estoy intentando hacer mi trabajo de la mejor manera, pero no creo que la gente espere ver a un Messi o a un Cristiano Ronaldo", comentó la temporada pasada ante las críticas por su lentitud con el balón.

La marcha de Krohn-Dehli y de Álex López le despejó el camino para jugar con mayor asiduidad en el equipo celeste. Berizzo lo juntó con Augusto Fernández y con Daniel Wass para que formasen el trío de centrocampistas.

Durante la pretemporada, El Tucu mostró un mayor sacrificio en el juego defensivo y cuando el partido se lo permitía se incorporaba al ataque. Además, era la principal referencia para el juego aéreo cuando el rival presionaba la salida del balón del equipo de Berizzo.

Se ganó la titularidad. El Celta arrancó la Liga con dos triunfos consecutivos. Hernández incluso aportó una asistencia de gol. Todo parecía indicar que éste sería el año de su despegue definitivo en el Celta. Sin embargo, una parte de la afición discute su calidad técnica. El domingo fue el centro de las críticas. Baltazar también fue muy discutido en su primer año en Vigo. Es un buen ejemplo para el internacional chileno.

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