La segunda comparecencia del Unión Grove como locatario esta temporada arroja un balance exactamente igual al de la primera ocasión. Hace dos semanas, el Céltiga se llevó los tres puntos de Monte da Vila, pese a la sensación de superioridad de los de Borja Burgos. Ayer ante el Gondomar sucedió otro tanto de lo mismo.

Los grovenses no mostraron ningún reparo en asumir desde el inicio las riendas del partido. Dispusieron no solo del balón sino del criterio para llevarlo con cierta ventaja a las inmediaciones de la portería rival. Incluso se dispuso de un par de buenas ocasiones para marcar en las botas de Ameixeiro y Ramón, pero lo de la definición merece capítulo aparte en el caso del Unión Grove.

Por si fuera poco, las dificultades en esta materia volvieron a tener penalización. Una pérdida de balón en la medular del campo cogió a la defensa un tanto desequilibrada. El Gondomar aprovechó la autopista que se había creado por su banda izquierda para poner un centro que Richi convirtió en el único gol del partido. Un mazazo que no tuvo fácil digestión.

El 0-1 fue el inicio de una fase depresiva en el juego local. El Gondomar había crecido en confianza, y los de Borja Burgos, seguían absortos en la injusticia del nuevo escenario. Así, y prácticamente sin más novedades, se llegó al descanso con el 0-1 como mal menor tras veinte minutos de errores continuos.

Los segundos 45 minutos volvieron a mostrar a un Unión Grove muy ambicioso. Con ganas de volver a imponerse a su rival con el balón. El Gondomar se adaptó al papel de visitante encerrado para defender lo ya conseguido. La pena para el conjunto local fue que dos claras situaciones de gol a cargo de Pichi y Ramón se quedaron sin reflejo en el marcador. Al fin y a la postre, una derrota grovense que echa por tierra lo conseguido en Mondariz en la jornada anterior.