Entre lágrimas, con la voz entrecortada por la emoción y rodeado de amigos puso ayer fin José Ángel Fernández, Cerillo, fin a su carrera tras 23 años defendiendo la camiseta del Academia Octavio. El capitán dice adiós pese a que hasta última hora todo el mundo trató de convencerlo, de animarlo a seguir un año más. Pero las ganas y la motivación no eran suficientes. Llegó el momento, el duro momento de colgar las zapatillas y de convertirse en un aficionado más.

El club ha decidido retirar el número 13 y le impondrá a su eterno capitán la insignia de plata de la entidad.

Pero para el presidente Javier Rodríguez ayer fue un día que quedará marcado para siempre en la historia de un club que está a punto de cumplir 50 años. "Es un día muy triste para el club, duro, entre otras cosas porque ahora por ejemplo había que tramitar las fichas y no sé quién las va a tramitar, había que pedir equipaciones, y no sé quién las va a pedir; había que meter goles desde la esquina y no sé quién los va a meter. Pero él ha tomado la decisión y es duro, como los días más duros de la historia del club", dijo el dirigente. "Sin Cerillo no sé si vamos a durar 50 segundos, 50 minutos, 50 meses o 50 años, pero está claro que no va ser lo mismo", añade.

Rodríguez recuerda que "vino como un niño y se marcha con dos niños preciosos", le deseó toda la suerte del mundo en su nueva vida y concluyó su intervención resistiéndose al adiós. "Yo aún tengo la esperanza de que algún día no muy lejano Cerillo pueda estar en su esquina, donde han estado los mejores jugadores en ese puesto del balonmano europeo, aunque al final siempre jugaba Cerillo. Han venido extremos muy buenos que han sido campeones de Europa, que han jugado Mundiales, pero al final ha jugado Cerillo y espero todavía que pueda volver a su esquina".

Emocionado, Cerillo tomó la palabra. Enfrente, Javier Fernández, 'Jabato', Quique Domínguez, Pedro Posada, José Ballesteros, Rubén Peña, su familia, su mujer, sus hijos, el doctor Quirós y todos los compañeros de la plantilla del Octavio. Todos ellos arroparon al capitán en uno de los días más difíciles de su vida, de su carrera deportiva.

Su intervención arrancó con el extremo dando las gracias. Una relación casi interminable de las personas que fueron determinantes en su formación y consolidación como jugador. Paso previo por los medios de comunicación, quiso acordarse de "la gente del IMD, que me han hecho mucho más fácil mi día a día". También hizo una mención a "la gente que me ha acompañado en el club como Ángel Prego, con el cual negocié mi primer contrato; Pedro Posada, que para mí al principio era el patrocinador y ahora es un amigo que me ha ayudado y aconsejado en muchos momentos".

"Los padres padres que colaboran con la base", también ocuparon su lista de agradecimientos. "Gente como Carlos, Felipe, Loreto, Lourdes... Toda esa gente se merece lo máximo porque solo por ayudar a los niños dejan su tiempo y su dinero en él". "Vivi, Rodri, los 'Iagos', que ahora son los que van a enseñar a mi hijo a jugar a balonmano, Andrés Martínez... Ellos también me han acompañado y quiero agradecérselo".

Capítulo especial y emotivo para "todos los entrenadores que he tenido. De todos he aprendido algo, desde Jesús Pedrido, que fue el primero, hasta Jabato, que ha sido el último".

Se debuto precisamente el Jabato, que le miraba con los ojos llorosos. "Es un trabajador incansable y un apasionado del balonmano y sé que va a sacar esto adelante y que va a hacer, junto a Javier, un Octavio grande", dijo.

Pero sobre todo, quiso destacar a Quique Domínguez. Pausa obligada porque la ya voz se quebraba. "Si soy el jugador que soy es gracias a ti. No valía ni para entrenar y al final, está mal que yo lo diga, has sacado un buen jugador. Tenía la confianza para poder fallar y eso es muy importante para un extremo y no solo te agradezco en lo deportivo, sino en lo personal. Hemos pasado muchas, algunas malas, muchas buenas. Creo que me llevo un amigo y gracias por hacerme como soy dentro y fuera de la pista".

"A mis compañeros de equipo, a todos los que he tenido desde el principio, desde Macías, Solís, a todos los chavales del año pasado, porque para mí fue una temporada muy dura y conseguíais que no todos, pero sí la mayoría de los días, que consiguiera disfrutar del juego otra vez, como cuando tenía vuestra edad y solo pensabas en jugar. Habéis sido muy especiales para mí", añadía.

Cerillo también quiso acordarse de sus dos roturas de ligamento cruzado en su adiós. "Primero me gustaría agradecer al doctor Cota sus dos intervenciones, al doctor Quirós por sus cuidados y sus ánimos para que siguiese; a Pablo, el fisio que me recuperó de mi segundo cruzado y que me dijo que no me podía retirar lesionado. Gracias a ellos lo he conseguido. Y, cómo no, a Joana, la madrina de mi hijo, que me recuperó del primer cruzado cuando yo no sabía qué era eso y me dijo que íbamos a salir adelante y así fue".

La lista es interminable. "Gente como Lloria, Peque, Caride, Alexandre, todo este grupo de gente con el que he crecido...". En especial destacó a Rubén Peña y Jose Ballesteros, "que son más que amigos, son como mis hermanos. Gracias por estar a mi lado en cada momento".

La familia ha sido el pilar que cimentó su carrera deportiva. "Gracias a mis padres y a mi hermana por haberme ayudado y apoyado. Gracias a vosotros estoy aquí". E hizo un guiño a Javi Otero: "Le entrené, fue nuestro delegado, ahora va a ser mi cuñado, eso también te lo da el balonmano".

Gracias también a Javier Rodríguez. "Porque eres el Octavio". "Es mi amigo, ha tirado de mí muchas veces y yo también de él. Hemos tenido encontronazos y también abrazos. Hemos vivido momentos malos pero muchos más buenos. Sé que el club va a seguir adelante 50 años más y sé que va a volver al lugar que se merece. Sabes que me tienes para lo que quieras".

Y, por último, Cerillo ha querido "darle las gracias a mi mujer y a mis hijos. Habéis estado a mi lado todo este tiempo. "Siempre me has ayudado a seguir y siempre has estado a mi lado", le dijo a su mujer. "No puedo más que agradecértelo".

"Nico, no seré yo quien te enseñe a tirar desde el extremo, pero otros lo harán, seguro, mejor que papá". Y se fundió en un abrazo con sus pequeños para concluir: "Gracias al Octavio por hacerme crecer y al balonmano por enseñarme a caminar en la vida".