Michel Platini, presidente de la UEFA, ha oficializado su candidatura a las elecciones a la presidencia de la FIFA, que tendrán lugar en el Congreso extraordinario de Zúrich el próximo 26 de febrero.

Con 60 años recién cumplidos, el nieto de un albañil italiano instalado en la Lorena francesa se lanza a la presidencia de la FIFA. Al término de una carrera plagada de éxitos, de un periodo de seleccionador, de la organización del Mundial de Francia de 1998, de haber sido la mano derecha de Josep Blatter en la FIFA y de haber dirigido la UEFA durante ocho años, Platini opta ahora al puesto más importante del fútbol mundial.

Parece el paso natural de un carismático personaje que, de una forma o de otra, ha marcado el fútbol cuatro décadas y que ahora quiere dirigir. Su punto fuerte es su propia figura. Sus flancos débiles son su origen europeo, la federación más rica y altiva del mundo, y sus relaciones demasiado cercanas durante demasiado tiempo con el ahora contestado Blatter.

El príncipe jordano Ali bin Al-Hussein, candidato derrotado por Blatter en mayo pasado, criticó la candidatura del francés. "Platini no es bueno para la FIFA. Los aficionados del fútbol y los jugadores merecen algo mejor", señaló en un comunicado Ali, que cree que Platini representa la misma cultura "de los arreglos en pasillos" que llevaron a Blatter a presentar la dimisión acosado por las investigaciones.