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Zulema cruza el telón de acero

La ourensana afincada en Vigo se convertirá en los próximos días en la primera gallega que arbitra en Tercera

Zulema, en Castrelos, con sus perros: Simba, un golden retrevier, y Troula, un bulldog francés. // Marta G. Brea

"Todavía no es oficial", advierte Zulema González, aunque el móvil ya le hierve de felicitaciones. La ourensana, afincada en Vigo, figura cuarta en la clasificación arbitral de Regional Preferente, que se elabora en base a las pruebas físicas y los informes de la temporada. Un puesto que le despeja el acceso Tercera División. Zulema se convertirá la próxima semana, a sus 23 años, en la primera gallega que pita en categoría nacional. "Es una experiencia, aunque ya estoy acostumbrada a ser la pionera. Fui la primera ourensana que subió Primera Regional y la primera a Preferente", valora. "Tiene sus condicionantes. Quieres abrir esa puerta por el resto de chicas, no solo por ti. Supone una presión".

Galicia ha tardado en quebrar esa barrera, que en Extremadura, por ejemplo, derribó Guadalupe Porras en 2009. Otra extremeña, Marta Huertas, ha subido a Tercera en la delegación canaria. Cataluña tiene sus propias heroínas. Todas se congregarán dentro de unos días en Santander para asistir a conferencias y realizar pruebas físicas junto a árbitros de Primera, Segunda y Segunda B, "la clase alta", resume Zulema. A las mujeres se les anticipa el permiso a Tercera porque ya pueden optar a los cursillos de FIFA y a la golosina posterior de las competiciones internacionales femeninas, como el Mundial en curso.

Encaja que sea Zulema, que ya era además árbitro de nivel nacional en fútbol playa, la que derribe el muro gallego. Parece destinada por sangre o genética. Es sobrina de Bernardino González, que fue árbitro de Primera, y su hermano Manolo, que llegó a Segunda como asistente. Tiene un primo en el mundillo. "Mi padre, Aníbal, es el único de la familia que no tiene nada que ver con el fútbol", bromea la joven. Aunque consintió y apoyó, consciente desde temprano que a su hija le gustaban "los deportes más de chicos, motos, coches... Practiqué también natación o baloncesto, pero siempre con el fútbol como prioridad".

Estudia, trabaja, se entrena

Así que Aníbal ya se esperaba que su hija siguiese la tradición arbitral familiar. Fue a los 13 años. Zulema abandonó como jugadora cuando se le acabaron las categorías mixtas y le vetaron los vestuarios masculinos. Su progresión ha sido consistente. Su vocación, firme. No la abandonó al mudarse a Vigo hace cuatro años por estudios, que incluso parecen complementarios con su gran pasión: psicología y magisterio infantil -posee además titulación como masajista y monitora de fitness-. Durante las tres primeras temporadas siguió pitando en Ourense. En 2014 tramitó su traslado a la delegación de Vigo. Hoy estudia, trabaja como gestora energética y se entrena varias horas al día.

El camino, más allá del ajetreo, ha estado plagado de dificultades. Las propias del oficio: "Con jugadores, con público, he tenido mil experiencias desagradables. Esta semana un partido tuvo que ser interrumpido porque un señor saltó al campo. No estamos concienciados de que el fútbol es un deporte para disfrutar. Hay gente que parece que, en vez de ir al psicólogo, va al fútbol". También las específicas del sexismo: "Escuchas muchos comentarios. Sobre todo son diferentes. A un árbitro le pueden criticar por lo que está haciendo en el campo. Yo ya he tenido que escuchar de todo nada más salir, antes de llegar a dar el primer silbatazo. Eso sí se nota que cambia". Y advierte: "Los peores insultos los he escuchado de mujeres".

La ourensana estaba bien preparada para manejarse con las asperezas cotidianas. Aprendió de su tío Bernardino. "Los lunes podían ser difíciles para él, por la prensa o los aficionados. Lo admiro porque siempre era capaz de aprender de los errores. Se veía el partido mil veces. Y tenía además una gran capacidad para desvincularse del ambiente. Cuando iba por la calle era como en el partido; si oía algún comentario, pasaba del tema, no se inmiscuía. Te ayuda a controlarlo".

No todo el mundo en su familia convive con la presión con igual soltura. "Mi madre y mi abuela lo llevaban peor". De hecho, su abuela acudió a verla a un partido en el que el público se escrespó. "Me apareció con la Guardia Civil en el vestuario a ver si estaba bien. No volvió nunca más a un partido mío", asegura.

Aunque se mantenga serena, Zulema es consciente de su trascendencia como icono del arbitraje femenino gallego. Revela: "Cuando oyes determinados comentarios te gustaría pitar muy bien para callarles las bocas. También te fastidia más si fallas. No solo te representas a ti, sino a todas las chicas".

Zulema se esfuerza en construir con total libertad su personalidad arbitral. "Cuando llegas al campo ves el ambiente. Hay muchas cosas que condicionan los partidos. Tienes que saber leerlos. Me ayuda estudiar piscología. Algunos días no puedes ser tan dialogante, pero trato de serlo. No me gusta comportarme de forma autoritaria, aunque siempre debas mantener esa distancia y esa seguridad", explica la ourensa, que se confiesa devota de Velasco Carballo y admiradora de la nueva generación que encabeza Gil Manzano, "un árbitro supercompleto":

Su integración en la delegación arbitral de Vigo le ha ayudado a Zulema a completar su proceso de maduración. En Ourense estaba más protegida, con un sentimiento más estrecho de clan. "La delegación de Vigo es casi el doble de grande y yo partía de cero. Aún no he acabado de conocer a todos los compañeros". Aunque sí se mantiene, con respecto a Ourense, el 'esprit de corps', que Fernando Iglesias fomentó durante catorce temporadas como delegado antes de aceptar el pasado mes de enero su nombramiento como presidente del Comité Gallego de Árbitros. "Jamás podré decir nada malo de Fernando", certifica Zulema. "Tenía ese miedo de venir a Vigo tras toda la vida en Ourense. Di el paso por la forma de ser de Fernando, que me gusta y más ahora como presidente. Habla claro todo lo que tiene que hablar. Está haciendo un trabajo increíble".

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