El Campeonato del Mundo femenino llega precedido por varias acusaciones a la FIFA de discriminación. Por primera vez en su historia, por ejemplo, una competición de este nivel se jugará sobre césped artificial. Hubo incluso una demanda por discriminación en los tribunales canadienses, sin resultado. La FIFA ni siquiera ha aceptado que la final se juegue sobre hierba.

El diario alemán Bild ha destapado la última polémica. La FIFA se dispone a someter a una prueba de sexo a todas las participantes en el Mundial de Canadá. La organización pretende así eliminar las sospechas que salpicaron el anterior Mundial, disputado en Alemania en 2011, donde supuestamente tres miembros de la selección de Guinea Ecuatorial eran hombres. En febrero del pasado año, la Federación Iraní expulsó a cuatro internacionales tras descubrir que eran hombres, ya que no habían acabado sus operaciones de cambio de sexo.

"En las competiciones para hombres de la FIFA, solo los hombres pueden ser seleccionados para jugar. En las competiciones para mujeres de la FIFA, solo las mujeres pueden ser seleccionadas para jugar". Así reza el punto 4 del Reglamento para la Verificación de Sexo de la organización. Según el propio reglamento de la FIFA, se debe considerar "cualquier anomalía de las características sexuales secundarias", es decir, atribuciones físicas como pechos y caderas anchas en mujeres y vello corporal o musculatura en hombres. Todo para asegurarse de que las jugadoras "sean del sexo correcto".

Son numerosos los expertos que muestran su total desacuerdo. Victoria Ley, responsable de Salud y Deporte del Consejo Superior de Deportes, comentaba ayer a la Cadena SER que la medida "es sobre todo anticientífica. La tabla que impone la FIFA para diferenciar entre hombres y mujeres es la cosa más obsoleta que hay con tintes machistas y discriminatorios", ya que mide "unos rasgos físicos que no tienen sentido". Ley aboga por aceptar "la identificación sexual de cada persona".