El inesperado adiós del olímpico español más laureado
Las razones de David Cal para retirarse
El palista de Cangas comenta entre sus íntimos que su decisión no tiene marcha atrás. Hoy hará oficial su despedida, tras reunirse ayer con José Enrique Sotelo y Lete Lasa
Cangas/Vigo
David Cal hará oficial su retirada en las próximas horas. Será de viva voz, sin intermediarios. Es el punto final necesario. Su silencio había alimentado la especulación de que aún podía reconsiderar su postura. Asesores y colaboradores han querido convencerlo de que siguiese adelante en el camino hacia los Juegos de Río. Pero el cangués tiene claro que es el momento de bajarse de la canoa. "Prefiero retirarme a tiempo que fracasar", ha explicado en su círculo íntimo.
El quíntuple medallista olímpico se había enclaustrado en su domicilio cangués desde que trascendió su retirada. Otros actores, secundarios en una historia con un solo protagonista, habían copado el escenario. El Comité Olímpico Español, mediante sus canales oficiales o su presidente, Alejandro Blanco, fue el primero en confirmar la noticia. El presidente de la Federación Española, Juan José Román Mangas, abundaría después públicamente en los detalles -la falta de motivación, el deterioro de su relación con Morlán-. A Alejandro Blanco se lo dijo el propio David Cal la semana pasada en un acto de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), que patrocina al canoísta. Este martes Blanco, con Mangas presente en su despacho, telefoneó a Cal y le ofreció alternativas para que continuase. El campeón certificó que el adiós era irreversible.
Sin embargo, no todos lo tenían tan claro. "David Cal no ha dicho nada", insistía el representante del deportista, Antonio Saborido. Éste entiende que Blanco ha sido el responsable de filtrar esa conversación privada con Cal. "Una canallada", afirmaba en las radios en la noche del miércoles. Saborido reconocía, no obstante, que no había podido hablar con Cal, aunque las dificultades para contactar con él han sido periódicamente habituales. De hecho, nadie de entre sus colaboradores había concedido demasiada importancia a su "desaparición" durante los últimos días. La agenda de trabajo, incluyendo asuntos de patrocinio, se mantenía.
"Cal se retira". La frase, repetida en los medios de comunicación, fue recibida por algunos con escepticismo o con esperanza de rectificación. Ayer, tras contactar con una persona del entorno deportivo del piragüista, Saborido afirmaba que David Cal estaba "oficialmente" en "periodo de reflexión", al que iba a acogerse durante los próximos días en compañía de sus familiares más próximos. En esa versión no se descartaba ninguna posibilidad. A David Cal le han llovido apoyos de todo tipo, incluyendo el de patrocinadores como la UCAM. Le ofrecen facilidades materiales, que elija técnico y ubicación para proseguir con su puesta a punto. Le piden que intente el asalto a sus cuartos Juegos, aunque pueda fallar en el intento. Pero es algo que el deportista español más laureado a nivel olímpico no se plantea. Pocas horas después esas esperanzas quedaban frustradas.
Cal al fin apareció, aunque burlando a los informadores que recorren Cangas en su búsqueda. Se reunió en dependencias del Concello con el alcalde, José Enrique Sotelo, y el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete Lasa. Y ha sido claro en sus mensajes. "No tengo la suficiente motivación", les ha dicho y ha negado que sea víctima de un momento puntual de fragilidad. "Llevo tiempo barajando esta posibilidad. Es una decisión de mucha trascendencia, que he meditado bien".
Falta por armar el relato definitivo de las causas que han conducido a David Cal a poner fin a su carrera ya sobrepasado el ecuador del ciclo olímpico. Cada fuente consultada ha ido aportando un elemento diferente: problemas familiares, desencanto con las ayudas, el fastidio de tener que renovar siempre el visado en Brasil al carecer de permiso de trabajo... Existen pruebas evidentes de que el distanciamiento con Morlán, en la mudanza de ambos a tierras brasileñas, ha sido el principal detonante. Morlán ha dejado claro en sus misivas a la Federación Española su enfado con el estado de forma de Cal. Este ha comprobado cómo el entrenador de toda su vida dedicaba sus energías a los componentes del equipo brasileño. Y pese a los ofrecimientos, no se veía con posibilidades de éxito poniéndose en manos de otro técnico. Consciente de su propia leyenda, de ahí la frase a un amigo cangués: "Prefiero retirarme a tiempo que fracasar". Ya se anuncia, sin embargo, que será difícil que Cal critique a Morlán.
Empieza para él una nueva etapa vital, una especie de renacimiento, que tendrá como gozne la rueda de prensa que hoy piensa dar a primera hora de la tarde, con presencia de sus patrocinadores. No se descarta que reemprenda la aventura política, esta vez en la lista que el Partido Popular presente a las elecciones municipales en Cangas.
Seis son multitud
- En 2002, sin llegar a la veintena de años, David Cal se planteó poner fin a su incipiente carrera. Concentrado en Sevilla con el equipo nacional, no se encontraba cómodo. Cogió la maleta y regresó a Cangas. Fue Suso Morlán, que lo conocía desde niño, el que se plantó en su casa dispuesto a rescatarlo. Le propuso entrenarse en Galicia. Bosquejó ante sus ojos el plan que habría de conducirlo a la gloria olímpica y David, sin dudarlo, se puso en sus manos. Hoy vuelve a refugiarse en el hogar familiar. Ha sufrido otra vez inadaptación y nostalgia. Dice que se retira. Pero Morlán no llamará a su puerta ni ejercerá de salvador porque el técnico se ha convertido en parte del problema.Cal y Morlán se han pronunciado así, seguidos, como dueto artístico, desde aquella providencial entrevista. Durante años fueron construyendo un universo con reglas propias, en el que nadie más tenía cabida. De hecho, durante un tiempo Morlán combinó la tutela de Cal con la dirección del equipo femenino de piragüismo y maniobró en los despachos de la Federación Española hasta poder dedicarse en exclusiva al canoísta. En el proceso se enemistó con las kayakistas. Si Cal destaca por su introversión, en Morlán sobresalen las aristas de su carácter. Él mismo se define como "cascarrabias".Pero es una aspereza que sabe canalizar en su oficio. A David Cal le ha extraído toda su energía. Morlán lo ha manejado con inteligencia, soltando o recogiendo carrete según convenía. En la primera mitad de cada ciclo olímpico le concedía libertad. Pasaban incluso semanas sin verse ni hablarse. Cuenta Cal que solo ha estado una vez en el domicilio de Morlán, por entregarle unos documentos, y no traspasó el vestíbulo. Cuando el calendario lo aconsejaba, Morlán le apretaba el acelerador a su pupilo. Una secuencia que puede tasarse en las fluctuaciones que Cal ha experimentado en su peso.En el sprint final hacia cada cita olímpica Cal y Morlán se acostumbraron a aislarse. Construían una burbuja en el bullicio del Centro de Tecnificación de Pontevedra. Y se convertían en pareja de anacoretas si tocaba concentrarse: en Trasona, en Cervo, en Saucelle... Siempre en busca del campo de regatas más similar al olímpico que esperaba. Si Cal aportó el talento físico y la mentalidad competitiva, Morlán ha moldeado cada medalla desde su genialidad táctica. El acelerón en el C-1 1.000 de Londres, aunque valga una de sus cuatro platas y Cal tenga un oro, es seguramente la imagen que ilustrará su leyenda. Un arrebato épico de sustancia científica. Morlán había estudiado al milímetro el canal de Eton Dorney. Había recomendado a Cal quedar tercero en semifinales para ocupar la calle más adecuada. Sabía que el viento lo impulsaría en los últimos 500 metros.En perspectiva, ese instante mágico debió ser el epílogo de su relación profesional. Hubiera redondeado la historia. Pero al final, tras un periodo de reflexión, David Cal decidió que tenía fuerzas para buscar la sexta medalla en Río 2016. Morlán, por su parte, no aceptaba la rebaja salarial que le demandaba la Federación Española. Recibió una oferta de la Brasileña, que buscaba a los mejores entrenadores mundiales para crecer en deportes con escaso arraigo en el país. Acudió a la reunión y expuso: "A David no lo puedo dejar tirado en el camino". A los brasileños les pareció bien. Cal aceptó: "Me voy a Brasil contigo y seguimos". En 2013 empacaron su equipaje. Como otras veces. Con tan distinto final.En abril de 2014, el programa "Informe Robinson" emitía un reportaje sobre la vida de ambos en Brasil. Ya están ahí los elementos que provocarán la ruptura, aunque aún son tiempos felices, al menos ante la cámara, e incluso los inconvenientes parecen ventajas. Como las instalaciones de Río están por construir, residen en Sao Paulo (en la última etapa será en Belo Horizonte), megaurbe de 21 millones de habitantes. Cal se confiesa extraño: "Soy de un pueblo pequeñito". Acostumbrado a la soledad común con Morlán, ahora comparte piso con los pupilos brasileños de éste: Isaquias Queiroz, Erlon Souza, Ronilson Matias y Nivalter Santos. Cal habla de las diferencias culturales y de temperamento ("soy una persona tranquila, ellos siempre están de jaleo") como un factor enriquecedor. Elogia el clima. Morlán, aunque advierte que el cangués está fuera de forma, asegura sobre su candidatura a la medalla olímpica: "Si quiere estar, no lo dudes, es David".Ese ambiente idílico se rompió. Ninguno de los dos ha sabido gestionar este nuevo ecosistema. A Cal le ha costado ponerse a tono al ritmo de ocasiones anteriores. Morlán, como se refleja en sus correos a la Federación Española, lo ha dado por perdido, centrándose en sus nuevas joyas, especialmente Queiroz. El técnico gallego guarda en su ordenador los datos de todos los entrenamientos que David Cal ha realizado a sus órdenes desde que tenía 15 años. Una carpeta que no volverá a abrir.
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