Condenados por otro pésimo arranque

La entrada de Mina y la lesión de Aduriz hizo despertar a un Celta indolente, que deja escapar la octava plaza ante el Athletic

Pie de foto de Faro Vigo de 2 líneas máximo pie de foto de Faro Vigo de 2 líneas máximo. // FDV

Pie de foto de Faro Vigo de 2 líneas máximo pie de foto de Faro Vigo de 2 líneas máximo. // FDV

Vigo

El Celta sumó la segunda derrota consecutiva y se aleja del objetivo del octavo puesto, con el que de momento se queda un Athletic de Bilbao que ayer ganó en Balaídos tras otro pésimo primer tiempo de los de Berizzo, que en el segundo les faltó pegada para remontar. Desde la visita del Almería, en diciembre, no perdía el Celta en casa.

Novedad en el centro

Sorprendió de nuevo Berizzo con la alineación que ayer presentó ante el Athletic. Le cuesta al argentino mantener un once estable. Casi siempre busca el discípulo de Bielsa alguna pieza con la que sorprender al rival. Ayer le tocó a Radoja pasar a la suplencia. En su lugar entró Álex López, para componer un centro del campo más ofensivo que el habitual. El ferrolano se juntó en esa línea con Krohn-Dehli y con Augusto, al que le tocó la función más defensiva del trío. La mezcla no funcionó. Valverde le ganó la partida a Berizzo en la sala de máquinas. El técnico del Athletic juntó al defensivo San José con el combativo Beñat, como doble pivote, y le dio libertad en la mediapunta a Muniain.

Superioridad vasca

Con la superioridad de los rojiblancos en el centro del campo comenzó a decidirse el partido. A diferencia de los célticos, los de Valverde abastecían de buenos balones a sus atacantes. Aduriz y Williams se convirtieron en una constante pesadilla para la zaga del Celta, que nunca en una primera parte había sufrido tanto en Balaídos como ayer. Sorprendió el arranque del partido porque se esperaba un duelo más igualado entre dos equipos que se presentaban en Balaídos para pelear por la octava posición.

Dominio aéreo

Berizzo había advertido de la importancia del juego aéreo. Y por el aire comenzaron a llegarle las puñaladas a los célticos. La primera la iniciaron los vascos con un balón largo, que Aduriz toca con la cabeza para asistir a Muniain. El pequeño atacante rojiblanco se va hacia la portería y Augusto le impide continuar la carrera con un claro empujón. Mateu Lahoz se lo piensa antes de señalar la pena máxima. Aduriz, siempre el donostiarra, se encargó de abrir el marcador con su undécimo gol en la Liga. El delantero rojiblanco le ha dado diez de los últimos catorce puntos a su equipo. Nadie en la Liga, ni siquiera Messi o Cristiano Ronaldo, poseen ahora mismo tanta influencia sobre sus respectivos equipos como sucede con Aduriz en el Athletic.

ansiedad

Al Celta le sentó muy mal el gol, peor de lo que se esperaba de un equipo que había protagonizado un mes de febrero maravilloso, situando a tres de sus jugadores en el equipo ideal de la Liga. Con el tanto de Aduriz, los de Berizzo entraron en un estado de ansiedad incomprensible, a pesar de que restaban casi setenta y cinco minutos de partido. Así, en la siguiente jugada, Aduriz pudo dejar sentenciado el encuentro, pero esta vez falló el mano a mano con Sergio Álvarez, el único del Celta que parecía estar a la altura de un rival que siguió asfixiando a los celestes en su campo y buscando el segundo gol.

balón parado

Con el Celta desquiciado por un árbitro excesivamente puntilloso con las protestas verbales, el Athletic encontró en una jugada a balón parado el segundo gol. Beñat, que recupera el nivel que le llevó a ser internacional con el Betis, sacó de esquina para la cabeza de Aduriz. El balón pegó en el larguero y San José, que ya había marcado en el partido de ida de la eliminatoria de Copa, anotó el segundo para los vascos, que se fueron al descanso con la impresión de que habían liquidado a un rival directo por la octava plaza.

Aparición de mina

Pero el Celta no podía permitir una derrota humillante. Todo cambio con la lesión de Aduriz y la entrada en el campo de Mina, quien se había estrenado como goleador en Primera en San Mamés. A la hora de juego, los célticos despertaban del letargo gracias a la efervescencia que le metió el joven canterano, que en un minuto creó más peligro que todo el equipo hasta ese momento. La revolución la lideró Nolito, que puso un balón en la cabeza de Larrivey para acortar distancias en el marcador. El miedo se apoderó del Athletic, al que el Celta sometió a un constante acoso pero sin encontrar el remate certero que diese el reparto de puntos. Como ocurrió en Villarreal, los de Berizzo perdieron los papeles en la primera parte y ya no pudieron recuperarlos en la segunda.

Tracking Pixel Contents