Su currículum es impresionante. De película. Simón González, trece veces campeón del mundo de kickboxing, hizo lo más complicado. Mantenerse en la cumbre durante más de dos décadas. Dio sus primeros pasos en un gimnasio de Ourense que llevaba Carlos Conde, campeón de Europa. Ahí empezó a gestarse una leyenda cuyo palmarés se inauguró en 1983 con los campeonatos gallego y de España superligero. Su progresión, imparable, se culminó en 2005 tras haber conquistado el mundo hasta en trece ocasiones consecutivas.

A Simón González no se le resistió ninguna modalidad. Lo suyo era ganar. La victoria fue su compañera de viaje en un currículum profesional que es, sin duda uno de los más brillantes del deporte gallego. Es el padre del kickboxing, una modalidad que comenzó a conocerse gracias a la moda de los deportes de contacto. Sus triunfos empezaban a ser sonados. A mediados de los 80 llegó el momento de dar el salto, de cruzar la frontera de los éxitos a nivel nacional. El púgil ourensano afincado en Vigo demostró no tener techo. Conquistó su primera corona continental, un cetro que alcanzaría su mayor esplendor una década después.

El sur de Galicia ya presumía de kickboxing. Simón González era una potencia europea. Tocaba dar el último paso. El trono mundial estaba a un solo paso. La oportunidad llegaba en el mejor escenario posible. El pabellón de As Travesas se convertía el 22 de junio de 1996 en la capital mundial del kickboxing. Simón González supo aprovechar la ocasión. En una pelea igualadísima logró su primer campeonato del mundo tras derrotar al francés Michel Jacquet.

Simón González había llegado a la cima. Le tocaba mantenerse en la cumbre, el reto más complicado para un deportista, el de afianzarse en la cumbre. Su ambición se ponía a prueba. También el paso del tiempo aparecía como un handicap de cara a combatir con otros púgiles. Sin embargo, logró doce títulos mundiales más. En 2005 cerró su carrera deportiva en lo más alto. No lo hizo en As Travesas, escenario de su primera conquista mundial, sino en el pabellón de Os Remedios, en Ourense, el lugar en el que todo empezó. Con 40 años, Simón González vencía al lituano Nikolaev Sergej tras un combate en el que llegaba de haber sufrido un proceso gripal. La mayor adversidad fue luchar con un dedo reto, una dificultad que no privó al ourensano sumar un nuevo entorchado.

El trece veces campeón mundial de kickboxing decía adiós. Era una despedida momentánea. Pasaba de combatir a formar nuevos valores. Desde su gimnasio de la calle Urzáiz, el Gimnasio Simón ha sido uno de los epicentros del full contact a nivel gallego y nacional. Las veladas han sido una constante. Mos y Salceda de Caselas fueron algunos de los lugares que disfrutaron de una modalidad en la que Simón González es un mito. La noticia sobre su estado de salud ha conmocionado al deporte gallego. Sus opciones de evitar la silla de rueda son de entre un tres y un cinco por cierto. Son escasas, pero "pelear" y "ganar" son dos valores que han acompañado durante toda la vida a uno de los púgiles más grandes de todos los tiempos.