Alexander Mostovoi, disgustado con ciertas cuestiones económicas cuando salió del Celta, se ha reconciliado con el club en el que militó entre 1996 y 2004. Aprecia que la directiva de Carlos Mouriño "lo gestiona muy bien como empresa. Están haciendo un buen trabajo". Destaca, a nivel futbolístico, el buen sabor de boca que le dejó la escuadra de Luis Enrique el año pasado y ya ha dado su beneplácito público al fichaje de Berizzo. Buenas sensaciones, en general.

Así que Vigo se le antojó el destino adecuado cuando este verano decidió que había llegado el momento de que su hijo Sacha probase fortuna en el oficio que encumbró a su padre. "Porque el Celta es el equipo de mi vida, el que llevo en mi corazón junto al Spartak", explica.

Sacha reside en Marbella con su madre. Alexander viene y va entre España y Rusia. "Nunca he querido molestar a Sacha con el fútbol. Aunque le he dado algún consejo, no he querido meterme mucho. Sólo los que hemos sido jugadores sabemos lo difícil que es esta vida. Pero él quiere ser futbolista". Mostovoi contactó con viejos conocidos. Germán Arteta, en Umbro en su época y ahora director de la Fundación Celta, le consiguió la prueba con el juvenil. Eugenio González se encarga de echarle un ojo al chico, que recién cumplidos los 18 años vive solo en el piso que su padre conserva en la ciudad. "Son experiencias que ayudan a madurar", conviene Alexander.

Sacha, que nació en Francia meses antes de que Mostovoi fichase por el Celta, revisita la ciudad de su infancia. Y se afana en mostrarle al club su calidad. A su padre le ha confesado que ha notado la exigencia física tras varios años en un equipo de barrio, el Vázquez Cultural de Marbella, con un plan de trabajo más liviano. "El ritmo físico se puede coger", explica Mostovoi. "Yo veía a jugadores que arrasaban con 18 años y después no llegaban a nada. Lo que importa es el talento, lo que posees en tu interior; lo tienes o no lo tienes".

¿Lo tiene Sacha? Se sabe que es un centrocampista ofensivo. Mostovoi prefiere no definirlo. "No es conveniente". Pero sí desliza: "Tiene cosas buenas y otras que aún debe aprender. Y de aprender y crecer sí tiene muchas ganas". Anticipa, en todo caso, que aceptará lo que los técnicos de la cantera céltica dictaminen: "Pocos hijos de grandes futbolistas consiguen triunfar. Me gustaría que Sacha aprovechase esta oportunidad. Si lo consigue, estaré encantado; si no, no pasa nada. Antes que nada importa ser buena persona y mi hijo lo es. Hay otras cosas en la vida".

Cuentan de Sacha que es un chico de buen temple y que gestiona bien la difícil herencia de su apellido. "Lo lleva bien. Le ayuda el entorno", indica Mostovoi. La estancia en Vigo le descubre a Sacha la auténtica relevancia futbolística de su padre: foto en la puerta 12 de Balaídos, biografía recién editada y la consideración general de que es el jugador más talentoso de la historia del Celta. "Que la gente aún me recuerde es lo más bonito que hay", declara Alexander. "La vida sigue y muchas cosas se olvidan. Pero yo daba siempre el 200 por cien, nunca me escondía. La pelota era lo más importante para mí dentro del campo. Fuera, iba de cara. Aunque eso a veces me creó problemas, creo que la gente lo agradecía y por todo esto me recuerdan".