El volante de un Fórmula 1 no es el elemento al que los aficionados al Gran Circo prestan más atención. Motor, neumáticos, alerones, difusores... acostumbran a ser los temas más analizados a la hora de valorar las prestaciones de los monoplazas. Sin embargo, el rol que juegan los volantes en el rendimiento de los F1 no es ni mucho menos secundario. De hecho, el esmero con el que las escuderías intentan esconder los detalles de sus volantes es una prueba evidente de su importancia.

No solo se trata del elemento que pone en conexión directa al piloto con su vehículo, sino que es también el único nexo de unión directo que existe entre él y sus mecánicos mientras se está disputando cada Gran Premio. Esto es así porque es a través de uno de sus botones a través del cual el piloto puede comunicarse con el box para recibir instrucciones, comentar detalles acerca del funcionamiento del vehículo o informarse acerca de las condiciones de la pista.

El botón de la radio para comunicarse con los boxes es solo uno de la decena de controles que existen en el volante de un monoplaza. Mientras conducen a más de 300 km/h, los pilotos tienen que hacer auténticas virguerías para ir modificando sobre la marcha y de forma constante la configuración del vehículo para adaptarlo a las condiciones de la pista.

El botón del kers, el diferencial, el cambio de marchas, el regulador de revoluciones e incluso el activador de la bebida son algunos de los muchos mandos que se pueden encontrar en el volante de un Fórmula 1. Aunque conocer en detalle cómo es el volante de cada escudería es imposible por el celo que ponen los equipos para mantener este elemento en secreto, ésta sería una configuración tipo: