El comienzo de la fase de los octavos de final del Mundial y el del noveno mes del calendario musulmán coinciden mañana sábado y un serio dilema queda planteado para los jugadores que practiquen esa religión y hayan superado la fase de grupos.

El mes sagrado del Ramadán, que este año irá hasta el 28 de julio, quince días después del final del Mundial, impone un estricto ayuno durante el día, en el que hombres y mujeres deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales. Pueden comer antes del amanecer y luego del atardecer. Los partidos del Mundial se juegan entre las 13.00 y las 17.00 horas en un ambiente de temperatura y humedad elevadas. La deshidratación es un riesgo evidente.

Este panorama no parece inquietar al seleccionador de Francia, Didier Deschamps. "No estoy muy preocupado porque no es un problema que surja ahora y cada uno se adaptará a la situación", declaró.

Problemas ya se ganaron en el pasado, y grandes, Jose Mourinho y el directivo deportivo italiano Claudio Lotito. Mourinho, en sus tiempos de entrenador del Inter, dijo a finales del 2009 que se sentía defraudado por el deficitario rendimiento de Sulley Muntari y lo atribuyó al hecho de que tuviera que pasarse casi un mes en ayuno por el Ramadán. Las declaraciones de Mourinho desataron ira en el mundo islámico e incluso llegó a denunciar amenazas.

"Jamás compraré jugadores que tengan este tipo de problema", declaró por entonces el presidente del Lazio, Claudio Lotito para quien "un mes entero sin poder comer ni beber durante más de 10 horas diarias no concilia muy bien con los partidos del domingo".

En cambio, para el jefe médico de la FIFA, Jiri Dvorak, los jugadores que cumplirán con el ayuno no deberían sufrir deterioro alguno. "Hemos hechos estudios exhaustivos y si se respeta de manera apropiada, no habrá reducción en los rendimientos físicos", declaró Dvorak.

No parece pensar así Mesut Özil, para quien el consumo de agua y alimento es necesario para mantener su condición física en general y no sólo los días de partido. "El Ramadán comienza el sábado pero no podré hacerlo porque tengo que trabajar", afirmó el miércoles.

El Islam abre excepciones para el ayuno, como el de mujeres embarazadas, niños, adultos con problemas mentales, enfermos y personas que deben viajan a gran distancia. Este último argumento es quizá el que disculpará a Ozil.

Para los musulmanes, el Ramadán es también un tiempo para extender su devoción a través de actos de caridad y donación. Esto puede explicar la actitud del ghanés Muntari, a quien ya se vio por las calles de Maceió firmando autógrafos y repartiendo dinero a los lugareños.