Carlos Remeseiro esculpe su cuerpo día a día con una disciplina marcial que raya lo obsesivo. Desde hace ocho meses vive por y para el culturismo y su sacrificio le ha servido para lograr los dos primeros títulos de su trayectoria deportiva. Ganó el Autonómico en su primera competición oficial, éxito que refrendó en el Nacional disputado en Castellón, donde volvió a subirse a lo más alto del podio. Su siguiente objetivo: el Mundial. Después tocará un merecido descanso después de llevar su cuerpo y su mente al extremo.

Hasta los 38 años no encontró el momento de competir. "Llevo entrenando desde los 22 años", indica el pontevedrés. "Todo el mundo me decía que tenía que competir, pero era algo que no había surgido nunca y en este deporte tampoco hay muchas ayudas. Este año estaba un poco mejor económicamente y me decidí, para no tener que arrepentirme cuando tenga 80 años de no haber ido", comenta.

Lo suyo fue llegar y besar el santo. Fue al Campeonato Gallego y ganó. Lo mismo en el Nacional. "Era la primera vez que competía. Sabía que después de tantos años entrenando y comiendo bien se iba a notar y pensaba que en el Gallego tenía posibilidades; luego el triunfo en el Campeonato de España ya me sorprendió un poco más. Sabía que podía quedar entre los tres primeros, pero ganarlo ya me parecía más difícil. Luego, al llegar allí y ver a los rivales, fue cuando pensé que podía ser posible", prosigue.

El deporte forma parte de su vida desde niño. "Con 8 años ya hacía judo y otras artes marciales, pero a los 20 me aburrí de todo y dejé el deporte. Después de un año sin hacer nada fui a probar al gimnasio, en la sala de máquinas, y me enganché". Fue cuando cruzó su destino con el de su actual preparador, Julio García Pampín, que vio en él al perfecto 'adonis'. "Pampín fue quien me guió en mis primeros pasos en el culturismo. Le llamó la atención que tenía una estructura que se podía aprovechar para este deporte y parece ser que tenía razón", relata Remeseiro.

Pronto adquirió una férrea disciplina de dieta y ejercicio que se intensificó en los últimos ocho meses para probar suerte en la competición. "Los resultados no podían ser mejores, pero éste es un deporte a 24 horas. En otros deportes de competición tienes tus horas de entrenamientos y el resto del día desconectas, pero aquí no. Yo tengo mi trabajo y luego tengo mi entrenamiento, y cuando no estoy entrenando o bien estoy haciendo comida, o estoy comiendo o estoy lavando sartenes. No desconectas", explica.

Compagina su entrenamiento con su trabajo en el Edificio de la Xunta, donde realiza las labores de seguridad. "Pampín llevaba años intentando convencerme. Lo veía a él competir y me asombraba lo mal que lo pasaba. Él me decía que merecía la pena, y entonces me animé. Pero exige mucho tanto a nivel físico como psicológico".

Desde hace ocho meses se levanta a las cuatro de la mañana para hacer 45 minutos de ejercicio aeróbico tras venir desde Salceda (donde reside). Después entra a trabajar. "Valoro mucho el esfuerzo y apoyo de mis compañeros, que me han cambiado turnos y han sido sensibles con lo que estaba haciendo intentando facilitarme las cosas. Con nuestros horarios no es fácil hacer esto", agradece. Tras la jornada laboral aún le espera hora y media más de gimnasio y luego otros cuarenta y cinco minutos de aeróbico antes de volver a casa. Así siete días a la semana. Fuera de competición, la disciplina es igual de férrea, aunque se reduce la intensidad: "Serían 30 minutos de aeróbicos y 45 de gimnasio entre cuatro y cinco días semanales".

La dieta también es estricta. Pampín también ejerce de nutricionista. "Llevo ocho meses a dieta estricta, desde octubre del año pasado. Ahora me estoy muriendo ya por comerme un helado de chocolate", bromea. "Cuando estás compitiendo, como se busca el mayor grado de definición, con un grado de grasa muy bajo, poco a poco se va reduciendo la variedad de alimentos, quedándote casi exclusivamente con pollo, arroz, vegetales y alguna fruta como la piña". Cada tres horas es obligada la ingesta: "Tienes que ir siempre con una mochila cargada de tuppers. Tienen que ser las cantidades exactas a las horas exactas". "Cuando compites se lleva todo al extremo", reconoce, por eso no se ve compitiendo en el futuro. Para empezar ya ha descartado el Míster Universo de Hamburgo en noviembre. "Yo no voy. Con el Mundial serán tres competiciones seguidas y ya me llega. Será la última de este año. Es agotador", anuncia. "Son demasiadas renuncias las que tienes que hacer y esto es un hobby. Yo no vivo de esto", sostiene.

Ahora, en la recta final de tan titánico esfuerzo, empieza a ver recompensado su sacrificio. "Ahora que es la recta final, que sabes que el esfuerzo ya se está acabando, sí puedes decir que vale la pena". "Este nivel de rendimiento provoca también agotamiento psicológico" Todo tiene que adquirir una dimensión rayando en lo "obsesivo" para no tirar la toalla antes de tiempo.

En este sentido, su mayor apoyo es su pareja. "Sin alguien que te apoye siempre, en los momentos de querer dejarlo todo, no llegas. Más de la mitad del trofeo es suyo. Hay que ser justos, no podría hacerlo si no fuera por ella también", expone.

A pocos días del Mundial, se reconoce "cansado", pero con ganas ya de terminar. "Queda el último esfuerzo. Al día siguiente ya toca volver a tu vida normal". En su primera participación mundial, todo son incógnitas: "Ir a un Mundial ya es todo un triunfo para mí. Pero si lograse pasar a semifinales, a las que acceden los seis primeros, aunque quedase de sexto, para mí ya sería el broche de oro".

Todo va a depender de qué criterios vayan a primar este año. "A veces valoran más el tamaño del cuerpo. El músculo amontonado encima de otros músculos, y a veces prevalece más la estética. Si es así, podría tener mis posibilidades de hacer podio". En la AEFF, federación en la que compite Remeseiro, parece que se valora un poco más la estética. "Un cuerpo desarrollado pero bonito a la vista. Ésa es la baza que yo tengo. Por decirlo así yo no tengo carencias. No tengo una parte más desarrollada que otra. Va todo en proporción. Y para una persona de 1,80 como yo, el tipo de cuerpo que tengo no es muy común. Normalmente suelen ser cuerpos más brutos, y no presentan esa línea delicada, por decirlo así, que yo he logrado. Si prima eso podemos hacer algo bueno en el Mundial".